Hace unos 1300 años, en uno de los valles más recónditos de la Cordillera Cantábrica, cuando los restos de la cristiandad ibérica luchaba por su supervivencia frente a la pujanza del Islam hispano, desamparados y pensando que el fin del mundo se acercaba, un monje de San Martín de Turieno escribe un tratado sobre un libro mínimo, el Apocalipsis de San Juan.
Beato creará en el Valle de Liébana, territorio cántabro vecino al nuestro, la Cantabria Leonesa, una especie de best-seller Alto medieval con un éxito sin precedentes, que originará una de las tradiciones iconográficas más importantes de todo el occidente cristiano. En la España cristiana se leía el Apocalipsis como un libro inspirado que auguraba el triunfo sobre el Anticristo y la destrucción de Babilonia, trasunto de los infieles musulmanes, hijos de Ismael. A Beato se le supone también el autor de un himno litúrgico dedicado a Santiago con motivo de la dedicación de una iglesia y en el da la noticia de la predicación de Santiago el Mayor en España:
“Los grandes Hijos del Trueno,/ habiéndolo obtenido por el ruego de su ínclita madre,/ refulgen ambos con las muestras de su triunfo,/ rigiendo sólo Juan Asia/ y dueño su hermano de Hispania…/
Oh muy digno y santo apóstol/ dorada cabeza refulgente de Hispania,/ se nuestro protector y natural patrono,/ evita la peste, sé nuestra salud celeste,/ aleja la enfermedad, las heridas, los males y acompaña favorable a nuestro rey (Mauregato)…
Es nuestra tierra fértil en acontecimientos y personajes que han trascendido la estrechez de los valles montañeses para convertirse en el sostén y armazón de lo que hoy conocemos como Naciones Hispanas. Beato junto a Pelayo y los primeros Alfonsos trasciende el tremendo Apocalipsis cultural que suponía el fin del cristianismo hispano. El famoso comentario de Beato nos acerca a los Apocalipsis que llenan los noticiarios televisivos del presente y a la figura enaltecida por el monje lebaniego, Santiago Boanerges, el Hijo del Trueno que se proyecta como la promesa de una hermosa y florida primavera después del largo invierno del infortunio espiritual que abate la otrora cristiana Europa. Exurge Iacobus.
Retablo de Aleje. Remata la fábrica del mismo, una
imagen popular y sencilla de Santiago Matamoros vestido con casaca roja y espada en mano. Aleje perteneció hasta mediados del siglo XIX a la mitra de Santiago de Compostela por la donación de la villa en el siglo IX a Sisnando de Liébana, más tarde obispo de Iria Flavia, se reafirma así nuestra relación con Liébana, y el culto jacobeo; no en vano, Aleje se situa a la vera de la calzada del Esla, al mismo tiempo camino lebaniego y jacobeo. (Foto: Siro Sanz)
Beato: La Nueva Jerusalén. Sobre las 12 puertas, los nombres de las 12 tribus de Israel y en los fundamentos de los muros, los nombres de los Doce Apóstoles.
imagen popular y sencilla de Santiago Matamoros vestido con casaca roja y espada en mano. Aleje perteneció hasta mediados del siglo XIX a la mitra de Santiago de Compostela por la donación de la villa en el siglo IX a Sisnando de Liébana, más tarde obispo de Iria Flavia, se reafirma así nuestra relación con Liébana, y el culto jacobeo; no en vano, Aleje se situa a la vera de la calzada del Esla, al mismo tiempo camino lebaniego y jacobeo. (Foto: Siro Sanz)
Beato: La Nueva Jerusalén. Sobre las 12 puertas, los nombres de las 12 tribus de Israel y en los fundamentos de los muros, los nombres de los Doce Apóstoles.