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Channel: Miscelánea histórica de Cistierna y Montaña Oriental Leonesa.
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BODAS MORISCAS
CRÓNICAS MORISCAS DE UN CRISTIANO VIEJO DE LAS MONTAÑAS DE LEÓN
Siro Sanz García.

Asistimos perplejos en las bodas españolas al desparrame general del personal en lo que toca al respeto ceremonial y antiguas costumbres. Se ha perdido mucho o todo de aquella antigua gravedad hispana, cuando la fiesta nupcial aun reflejaba un ritual de paso hacia un nuevo estado, en el cual los esposos, eran acompañados de la parentela, amigos y en las zonas rurales por toda la comunidad. Hoy muchas bodas son precedidas por la despedida de soltero o soltera, se acude a los palacios del mal gusto donde las bromas procaces y zafias es lo normal, preludio de lo que va a suceder en el bodorrio y por desgracia en la futura vida de muchos contrayentes.
Cuando la boda es religiosa, el comportamiento indecoroso en la iglesia es moneda corriente, en ocasiones, tan deleznable que raya en la profanación del lugar sagrado. Observen y verán que algunos-as entran fumando desde el atrio, no responden a las oraciones, no callan ni en los momentos mas importantes de la ceremonia, la gente viene ya cansada, permanecen sentados durante toda la misa, ni siquiera se levantan para la gran elevación y, a todo ello asisten nuestros sacerdotes sin decir ni pío. No estaría mal recordar lo que dice el sagrado libro: “mi casa es casa de oración”.
En las bodas civiles, pasa tres cuartos de lo mismo, salgo siempre del ayuntamiento con un sentimiento de vergüenza ajena, preguntándome si he asistido a una ceremonia nupcial civil o a una sesión del Club de la Comedia dirigida por Señor Alcalde de turno.
En 25 años he asistido a muchas bodas magrebíes, por supuesto que las modas en cuanto a vestuario, banquete, forma de presentar los regalos etc., al igual que en los países cristianos ha cambiado sensiblemente, pero lo esencial de la ceremonia (siempre civil) creo que sigue siendo fiel al ritual ya vigente en el tiempo del profeta Muhamad, sobre el sea la paz. Con ligeras variantes el mismo ritual se practica en todo el ámbito islámico desde Marruecos hasta la India. La separación de sexos es norma en las bodas musulmanas y también en otras ceremonias como la tahara (circuncisión), nacimientos o funerales. Mi condición de cristiano inexplicablemente me ha permitido en muchas ocasiones ser testigo de situaciones vedadas a los varones musulmanes; pienso que es debido a la magnífica hospitalidad árabe o a la cara de idiota que suelo poner en tales eventos, lo que me otorga pasar desapercibido sin que ninguna mujer se incomode con mi presencia.
El matrimonio en el Magreb y en todas las clases sociales va precedido de la petición de matrimonio (jitba). En la petición se negocia sobre la dote que el novio se compromete a entregar a la futura esposa, base del peculio privado que siempre pertenece a la mujer en caso de divorcio. La novia (l´arusa) aporta el ajuar de su casa y últimamente su trabajo: enfermera, doctora, empleada de banca, funcionaria, autónoma, trabajadora de hostelería; las chicas árabes al igual que las españolas han demostrado ser más estudiosas y esforzadas que los varones, saben que un trabajo por muy musulmán que sea el país, es lo que realmente otorga la libertad para no atarse o depender del macho de turno. Olvidemos ese lugar común según cuya opinión toda mujer cubierta por un pañuelo es una mujer sin libertad. Conozco a muchas magrebíes con pañuelo a la cabeza y además con trabajo, dueñas de su vida y su destino, más libres que muchas de sus hermanas españolas. Las distintas ceremonias de la boda solían durar una semana hasta no hace mucho, actualmente se despacha todo en tres días.  Para la entrega de la dote se realiza una ceremonia especial, en ella la familia del novio se dirige a la casa de la novia llevando en carretas bellamente decoradas: telas, tatsitas, kamises, zapatos, maquillaje, henna, azucar, te, aceite de oliva, pulseras, anillos y collares de oro, además de animales que serán sacrificados para el consiguiente convite: corderos, terneras.
Grupos de músicos acompañan a la comitiva hasta la casa de la novia, tocando instrumentos de percusión  y chirimías. En la víspera de la boda, al atardecer, la novia se dirige al haman (baño público) acompañada de  la parentela y amigas que la bañan y depilan por completo. Se regocijan con cantos epitalámicos cuando comienza a escucharse el agudo grito de las mujeres árabes conocido en Marruecos como sguerti o yu-yu.  Después del baño, ya entrada la noche, la novia recibe en casa a todo el cahale de mujeres que asisten a la ceremonia de la alheña. Una mujer especialista en el arte de alheñar, decora los pies  y manos de la novia con hermosos y tradicionales motivos florales o geométricos. La música y la danza acompañan a la novia en este acto de regocijo general, cuando empieza a mostrar sus trajes más fastuosos. La negafa (mujer encargada de vestir a la novia) y sus ayudantes se ocupan en todo momento de que la novia luzca de forma especial entre todas las mujeres. En la mañana del acto central de la boda, la novia acude a la peluquería donde se maquilla y peina para la ceremonia. Al anochecer comienza la fiesta con la firma del contrato ante el adul (notario) y los testigos. Hombres y mujeres por separado asisten a la fiesta, se banquetea y se baila hasta el momento central cuando la novia realiza una especie de procesión (zifad al arusa)  por el patio de la casa. La recién casada se sienta en cuclillas sobre una bellísima silla de manos, es izada por cuatro o seis bizarros mozos (abids) que la exponen y presentan ante toda la comunidad. En el banquete (walima) hombres y mujeres de ambas familias, siempre por separado se conocen e intiman, la desposada muda hasta siete veces de vestido durante el banquete al que asiste sentada en una especie de trono junto a su marido. Sobre las seis o siete de la mañana, los novios son acompañados por las madres y tías de ambos hasta un hotel donde consuman el matrimonio.  
Las ancianas cuentan con mucha gracia que antiguamente, éste era un momento muy comprometido para los varones. En aquel tiempo, nadie iba a los hoteles para tal menester. En la misma casa donde se celebraba la fiesta, se retiraba la pareja a una alcoba bien dispuesta, toda la parentela y amigos esperaban con música y gran algarabía a la puerta  donde el nuevo matrimonio gozaba por primera vez la dicha del amor.
Con el barullo de las palmas, gitas, derbukas, bandires, chirimias, apremiado por las voces y comentarios chuscos de los hombres, algún novio  hubo que perdió el oremus, agotando la paciencia de los que fuera esperaban para contemplar sobre bandeja de plata los zaragüelles kandrissi de la recién desposada adornados con  la roja flor de su honor. 
¡Qué Dios guarde y acreciente el pudor y honestidad de las mujeres del Magreb-al- Arab¡

(Zifad al arusa).La novia sentada en cuclillas sobre una hermosa silla de manos, es izada por cuatro bizarros mozos que la exponen y presentan ante toda la comunidad. (Foto gentileza familia Siro Sanz)
Los abids preparan la silla para portar a la novia. (Foto gentileza familia Siro Sanz)
El cordero asado nunca falta en las bodas magrebíes. (Foto gentileza familia Siro Sanz)
La pastela: hojaldre relleno de carne y almendra otra de las delicias en el banquete de las bodas moriscas. (Foto gentileza familia Siro Sanz)

Article 23

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EUTIMIO MARTINO: HISTORIA DE UN DESENCUENTRO. CRÓNICAS LIBRESCAS

 Siro Sanz García

Leo con expectación y gran interés la noticia del posible hallazgo de un campamento romano de la Legio VI, frente a la villa romana de Navatejera. La arqueóloga que ha hecho el descubrimiento afirma en el artículo de Leonoticias, 17 de febrero, que: “nadie hasta ahora había reparado en la posibilidad de encontrar en este lugar una obra de castramentación romana”. Disiento totalmente de esa afirmación, en la publicación del año 1992: León y las legiones del P. Martino, ya se trataba el tema del origen de León y de las posibles legiones acampadas en la Babilonia; una franja de terreno que se tiende al Norte de León hasta llegar a Navatejera.
Si me lo permiten aconsejo a la arqueóloga que ha hecho el descubrimiento y a los colegas de profesión “reputados arqueólogos” a los que ha notificado el hallazgo que se lean el librito del P. Martino. Si lo hacen, se darán cuenta que hace 20 años el denostado P. Martino, ya había resuelto prácticamente el tema en su libro, en el cual trata ampliamente la toponimia, hidronimia, las presas y restos que aparecen por este pago denominado con el sugerente nombre de la Babilonia. Los restos encontrados se encuentran estrictamente frente al Molino de la Roma, especificado en la obra citada.
Martino, profundizó en ese libro como nadie lo ha hecho hasta ahora, en el tema de las legiones VI, X y la V Alaudae, que no es otra que la L. V. Insequentis “perseguidora”, aparecida en algunos ladrillos de Lancia y aquí en la Babilonia. Llama también la atención que al trasladar la arqueóloga la noticia a sus colegas, ellos “han confirmado la posibilidad de la legio VI en este lugar”.
Muchos leoneses aun recordamos la polémica surgida en el 92, polémica que llego a la televisión de León. En ella Martino, se defendía como gato panza arriba contra el acoso de los “reputados arqueólogos” que negaban todas sus tesis de la Babilonia y de otras legiones en León. Hace unas semanas ocurría algo parecido. Otro avezado arqueólogo o historiador había descubierto un nuevo canal romano perteneciente al complejo minero de Villarroquel. Pues éste, tampoco conocía el libro de Martino: El Molino de la Griega, editado en 2001. Ese canal ya había sido descubierto por Eutimio. 
Estoy de acuerdo con la afortunada arqueóloga que ha hecho el descubrimiento en que los restos romanos y, añado, la historia romana no se circunscribe únicamente a León. En eso lleva gastados Martino más de treinta años, el estudio profundo de la Montaña Leonesa, que es donde comienza el origen de la romanización y sobre todo del urbanismo en nuestra provincia, después de las guerras contra cántabros y astures.
Al esforzado jesuita, por decirlo de alguna forma “la oficialidad” “los que detentan toda la ciencia y potestad sobre el patrimonio” no le hacen ni caso. Será que leen poco.

León y las legiones de Eutimio Martino, editado en 1992. En la portada: el pago de la Babilonia, entre la universidad y Navatejera, antes de su arrasamiento por las modernas construcciones.

El Historiador y Jesuita: Padre Eutimio Martino. Colegio de los Jesuitas de León (Foto: Padre Chuspe)


Article 22

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LA ERCINA : LA PEÑA EL CASTRO, LA ERMITA DE SAN JORGE Y EL PASO DE LA GOBIA EN SOBREPEÑA
(Artículo publicado en la Revista: Peña el castro de la Ercina) 

Siro Sanz García

 

Dedico este articulo a mis estimados paisanos del Concejo de la Ercina. Las tierras de las Arrimadas y Valdellorma esconden una gran historia reflejada en los restos prerromanos y la rica documentación Alto Medieval, aquí va un pequeño capítulo de la misma.
Al Norte de la Ercina, sale un camino que se dirige a un paso estrecho denominado la  Hoz, al salir del angosto pasaje lo primero que se divisa  es la masa caliza de la Peña el Castro que, se tiende y eleva gradualmente de Oeste a Este. Se conoce con el nombre de Los Campos, a la pradería que rodea  la Peña el Castro por el Sur y el Oeste. La zona Oeste, presenta numerosos huertos tapiados previsiblemente con piedras acarreadas de los derrumbes de la muralla que en tiempos remotos resguardaba a los moradores y sus ganados dentro del castro. Desde los campos arranca un camino que a tramos presenta empedrado y cortes en la roca. Este camino circunvala todo el recinto castreño y se dirige hasta la ermita de San Jorge situada al Norte del Castro.   El cordal situado al Norte recibe el nombre de “La Mata la Cinta”, divisoria de la Ercina con el valle de Colle. La ermita de San Jorge preside todo el conjunto, se sitúa justo en medio de la Mata de la Cinta. San Jorge ubicado en lugar tan estratégico solo puede obedecer al impulso romano. Es muy difícil que un poblado se estableciese  en la cresta de un cordal expuesto a todos los vientos. El culto a Júpiter durante la campaña y después de ella seguro que enraizó en este lugar. La evolución del nombre sería la siguiente: Jove, ablativo locativo (el lugar de Júpiter) daría Joge y por etimología popular pasaría a Jorge (santo guerrero). En el fondo de la vaguada entre el Castro y la ermita de San Jorge se sitúa el Castiellocercado de muro y próximo a una laguna artificial donde al parecer se ha buscado agua.

 El recinto castreño presenta dos cinturones de muralla claros y a la vista,  entre ellas tres espacios bien definidos. La anchura de la muralla oscila entre 2,30m y 2,70m. El primer recinto, en la parte inferior, tiene una extensión de 1,22 ha con un gran derrumbe hacia el oeste. Se observan aquí y allá grandes huecos practicados por expoliadores ocasionales. El segundo recinto también cercado por muro se sitúa  a unos 50 metros por encima del primero,  tiene unos 4500 metros cuadrados. El tercer recinto culmina el castro con unos 6085 metros cuadrados. La parte alta del castro parece la más arcaica y el recinto inferior muestra indicios de haber sido reutilizado en época Alto Medieval. La muralla es similar a los restos que observamos en los castrillines del complejo de Aguilar emplazado entre Cistierna y Sabero, sobre todo en cuanto a su grosor unos 2,30m. Presenta la muralla dos paramentos: interior y exterior, construidos con piedras bien careadas, el espacio entre los dos paramentos se rellena con piedras más pequeñas y ripio.  Por el Norte y Sur, el castro es defendido  por grandes farallones calizos. No se observa rastro de fosos, a no ser, que se hayan visto colmatados por  el derrumbe de los muros, de existir estarían en el primer recinto  el más cercano al fondo del valle. Como en Aradillos la muralla está completamente arrasada “Castrum Tamen captum deruit est”. El camino y corte de la Gobia frente a Sobrepeña no deja de impresionarnos, incluso después de haber visto otros muchos en la montaña en: Argovejo, Prioro, Villayandre. Posiblemente este corte y otro que existe en las cercanías en dirección a la Devesa, son los que dieron el nombre a la Acisa. El término tampoco es extraño en otros lugres del imperio romano (castra intercisa, intorcisa) que deriva del verbo latino "intercido" separar por corte. Nombre interesante  “Paso de la Gobia” que nos remonta como poco a la Edad Media. Puede venir de Escobio, radical de agua Is-apa (aqua apa) daría Is- Cobio que pierde la -S-, quedando Cobia-Gobia. Al otro lado de la Gobia se encuentra el Valle de las Arrimadas, otro hidrónimo derivado de Ara- mada, donde Ara pasa a Ari-Mada y, en la documentación Medieval Rimada (Loco certo inrimada). Otra explicación para la Gobia lo puede relacionar con la conquista Romana. Así lo podemos derivar de Copia Copiarum (ejército, tropas, fuerzas), Copia daría Gobia.

Lo monumental del corte por el que pasa el camino excede a las posibilidades de la comarca en el pasado y la similitud a otros observados en la Montaña Oriental (La Velilla de Valdoré, Ventaniello en Villayandre, Las Conjas en las cercanías de Prioro, Las Salas) nos remite sin duda a una mano superior y remotísima que no puede ser otra que la romana. Desde luego la documentación Medieval lo da como existente en el siglo X-XI. Existe un documento del Monasterio de Santa María de Otero de las Dueñas que nos reafirma en esta conclusión terra in terredurio in Lorma, loco predicto ad illa aura de Uellio, pero cunctis terminos suis: per termino de Sendino, et per termino de carraria qui discurre de Accsisa Maiore et afiie in carraria qui vadit Super Penna...”

El serrón rocoso que arranca de la Ercina y separa el territorio de Llorma de las Arrimadas, tiene dos pasos  practicados: uno el de la Gobia frente a Sobrepaña y otro más abajo en dirección a la Devesa. El paso de la Gobia es el más notable y el que se nombra en este documento: Accisa Maiore(corte mayor) junto con la Carraria  (camino) que baja hasta el Camino Real que entronca con la Acisa al Sur y por el Norte iba a  Sobrepeña (afiie in carraria qui vadit Super Penna).

 Tras pasar la Hoz se divisa la Peña el Castro. (Foto Siro)
 Camino empedrado a la Peña el Castro. (Foto Siro)
 Recinto inferior del castro. (Foto Siro)
 Cara Norte del Castro. (Foto Siro)
 Paramento exterior de la muralla
 Ruinas de la ermita de San Jorge en la Mata la Cinta que separa Valdellorma de Colle. (Foto Siro)
 Sobrepeña, enfrente, el serrón rocoso que separa de Las Arrimadas y le da nombre al pueblo. En ese serrón , frente a la población, se encuentra el paso de la Gobia. (Foto Siro)
La Gobia. (Foto Siro)

Article 21

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PUENTES ANTIGUOS DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA
PEDROSA DE LA PONTE
BREVE DISERTACIÓN SOBRE LA DESTRUCCIÓN DE UN BIEN PATRIMONIAL EN LA MONTAÑA  DE RIAÑO
(Artículo publicado en la Revista Comarcal de Riaño)

SIRO SANZ GARCÍA

Pedrosa del Rey, arrasado alevosamente junto a ocho pueblos del alto Esla, no es más que un recuerdo; pero aún se mantiene  enhiesto el hermoso y antiguo puente que calificaba al pueblo desde la antigüedad.

 De entonces acá, el puente aparece en años de seca, como único testigo y padrón de la ignominia cometida con la población a finales de los años ochenta en el pasado siglo.

 No era la primera vez que la heroica villa de Pedrosa pasaba por el trance del exterminio. En 2009, se cumplió el segundo centenario  de la quema de Pedrosa y Boca de Huérgano a manos de los franceses (4 de abril- 1809), que también fusilarían junto al puente al capellán de la parroquial de San Martín: Don Manuel Rodríguez. La quema se hizo concienzudamente, casa por casa, con prohibición expresa de sacar nada de ellas, en castigo a la protección dada a las tropas de Porlier (el Marquesito)  que tenía en Pedrosa su cuartel general.
El francés fue combatido y expulsado; la memoria de su ominosa opresión perduró en la tradición montañesa  y en muchas anotaciones que los curas dejaron en los libros parroquiales. Después del incendio, los paisanos regresaron, techaron de nuevo las paredes de piedra, esqueleto de lo que el pueblo había sido, y  regresó la vida a las calles de Pedrosa.
 La destrucción del 22 de Julio en el año 1987, se hizo con una saña impropia de los tiempos y del marco democrático en el cual España se desarrollaba. Pero hagamos un poco de historia antigua; la reflexión ecuánime de hechos recientes, sólo viene cuando los hechos se han decantado con el paso del tiempo; sobre el malhadado  pantano de Riaño no se ha dicho aún la última palabra.

 Casi todos los estudiosos que del tema han entendido coinciden al afirmar que en este paso de Pedrosa existió desde época romana un puente, por el cual cruzaba la calzada que venía por el Valle del Cea, y atravesaba el puerto del Pando para bajar a Tierra de la Reina, donde enlazaba con la calzada del Esla. Esa romanidad acaso también permanezca en muchas de sus piedras, reutilizadas desde entonces en las diversas restauraciones que se han llevado a cabo desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. Así es, que aparecen enigmáticas marcas en algunos de sus sillares, a saber: cruces, letras y números romanos. En uno de los sillares se distingue perfectamente VI. 
La Legio VI fue una de las que participaron en la guerra Cántabro-Astur, donde obtuvo el apellido de VICTRIX é HISPANA, la misma que junto a la V ALAUDAE  y la X GEMINA levantarían campamento en León antes de la Legio VII .
 La VI,  X y IX  aparecen escritas en un  pilar del Puente del Diablo sobre el río Llobregat en Martorell, puente de la vía que en Tarragona tomaron las legiones de Augusto para venir a Cantabria. El Padre Martino, localiza  una inscripción de la V en Salio muy cerca de Pedrosa,  legión que a lo que parece, obtuvo el cognomen de INSECUENTIS(perseguidora), calificativo otorgado por alguna de sus actuaciones en las guerras cántabras. Ladrillos de la L- V-INSECUENTIS aparecieron en Lancia, León: La Babilonia y Navatejera. De la IX HISPANA existe testimonio en Verdiago. Otro argumento que apoya la antigüedad del puente es el lingüístico. Como una pepita de oro mezclada con los derrubios del río, así se ha conservado el hidrónimo prerromano TOLLO, elemento estricto de la construcción interna, aplicado a uno de los arquitos del puente por donde desaguaban las charcas de la Riana,éste último nombre, un híbrido hidronímico latino-prerromano, que tiene su equivalente en Riaño. Posiblemente los que vieron levantar el puente aún no sabían hablar latín y con esta palabra (tollo) denominaron y sellaron la antigüedad del emplazamiento. Más al sur, semejante a tollo existe TOLIAque ha dado Tuejar (Tolia-Ara) nombre de un  afluente del Cea.

La mención del puente en el Becerro de Presentaciones, creo yo, arroja algo de luz en cuanto a la fábrica y antigüedad de la obra que hemos recibido. El Becerro es un parroquial Leonés, copiado en la segunda mitad del siglo XV, debido al mal estado del original, que databa del siglo XIII; en el se hace la siguiente mención “Sant Martino de Pedrosa de la ponte, de Santa Engracia (monasterio de Riaño), tercia al Obispo; dos sueldos de procuración”. El documento fija como existente el puente de Pedrosa en el siglo XIII, y además afirma su importancia en la medida que el pueblo de Pedrosa era conocido por esta obra, paso obligado de la Cañada Real Leonesa desde la baja Edad Media. El arco apuntado que ostenta en la parte central pertenece a una de las restauraciones fechada entre los siglo XIII y XV, siglos en los cuales el gótico estaba en plena vigencia en España. Estas restauraciones se hicieron aprovechando materiales y testigos originales de la obra antigua, antes que el puente desapareciera por completo. Los pueblos de la Montaña Oriental con un sistema económico de pura subsistencia, no podían prescindir de la infraestructura heredada de Roma. El puente al día de hoy, consta de tres bóvedas: la central ojival, y las  laterales de cañón.

Los materiales que lo forman: el sillarejo y la mampostería, menos en las bóvedas, la imposta y pretiles que son de sillería. Aguas arriba, las pilastras presentan un tajamar de forma triangular y otro de forma semicircular. Aguas abajo, los tajamares son de planta rectangular y escalonada; ambos rematan en un sombrerete también piramidal. Ninguno de los tajamares llega a la altura de la imposta sobre la cual se apoyan los pretiles. La anchura es de unos 4 metros, semejante a la media de muchos de los antiguos caminos conservados desde Cistierna hasta los Picos de Europa.
 En 1845 el Diccionario de Madoz dice que en Pedrosa existe “ un puente de piedra calar de 4 ojos”. Don Antonio de Valbuena, en 1893, en su CONFERENCIA SOBRE EL ORIGEN DEL RÍO ESLA, enmienda la plana a Madoz y dice: “ que no es de piedra calar sino de piedra de grano; ni de cuatro arcos, sino de siete entre pequeños y grandes”. En la actualidad solo hemos podido constatar la existencia de tres  arcos grandes, y otros tres más pequeños. La piedra de grano, en cuanto a color y textura, es muy parecida a la utilizada en el santuario de la Virgen de la Velilla y en el ostentoso palacio de los Marqueses de Prado, hoy convertido en Hospital de Regla (León). Algunos notables edificios del alto Cea también muestran la misma clase de piedra.

 Antonio de Valbuena, en el marco de la misma conferencia, añadehablando del puente de Mercadillo (Cistierna): “el único de piedra que hasta hace pocos años había útil en 12 leguas de extensión, desde Pedrosa hasta Mansilla”. Don Antonio quizás se dejó llevar por la impresionante obra de uno y otro que los constituye como dos de los  más importantes en el ámbito montañés sin olvidarnos del puente de Villaescusa en Morgovejo, que merecería un capítulo aparte. En Cistierna, por esos años, estaba en servicio otro puente muy singular, y a lo que parece también de gran antigüedad, conocido por el nombre de “Puente Viejo de Cistierna”.

El puente de Pedrosa  y la iglesia de San Martín, actualmente en  Riaño, son las únicas señas de identidad de los pedrosanos. Este puente, que resistió durante siglos las embestidas del río, nos tememos que no conseguirá sobrevivir a las mareas del mar muerto que estacionalmente lo cubre, ni a los ladrones y desaprensivos que roban sus sillares ó los arrojan a las fangosas aguas como divertimiento veraniego. Ningún país que se precie destruye sus activos económicos. El puente de Pedrosa es un bien patrimonial de primer orden y, como tal, un activo económico susceptible de ser aprovechado y optimizado dentro de un espacio turístico. Ojalá Patrimonio, el Grupo de Acción Local ó los políticos  que entienden en esto y manejan los dineros, trasladen el puente y lo salven de una destrucción segura.
Es contra natura que las aguas pasen por encima de los puentes. Súbanlo un poco más arriba, junto a la ermita de Santo Tirso: el lugar se convertirá en un pequeño museo al aire libre y devolverá la obra a su prístina naturaleza. El innegable interés histórico y artístico del puente reclama una intervención urgentísima, no sea que en el futuro se acuerden de nosotros para maldecir la poca sensibilidad que tuvimos para conservarlo. No se olviden de la obligación moral que tienen con las generaciones que nos han de suceder. La responsabilidad en último término recae sobre aquellos en los que radica el conocimiento del tema y la potestad para tutelar los bienes patrimoniales.
 La Montaña de Riaño ya perdió bastante patrimonio bajo las negras aguas del pantano, salvemos éste resto majestuoso del bien hacer de nuestros antepasados.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diccionario Geográfico-Estadístico de Pascual Madoz, 1845-1850.

Catálogo de Puentes anterior a 1936 de León. José A Fernández Ordóñez et alii.

La Huella de las Legiones. Cuaderno 5. Eutimio Martino Redondo-Siro Sanz

Nuestro reconocimiento a D. Aurelio Rodríguez Puerta de Pedrosa del Rey que colaboró en la ubicación de alguno de los hidrónimos presentados.

 Tajamar rectangular con copete escalonado, (aguas abajo). (Foto Siro Sanz)
 Imposta sobre la que apoya el pretil y tajamar con copete cónico, (aguas arriba). (Foto Siro Sanz)
 Arco apuntado, (aguas abajo). (Foto Siro Sanz)
 Tajamar aquillado y escalonado del puente de Pedrosa  (Aguas arriba). (Foto Siro Sanz)
Inscripción en números romanos -VI-. (Foto Siro Sanz)

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CRÓNICAS LIBRESCAS
SAJAMBRE ANTIGUO DE EUTIMIO MARTINO
Siro Sanz Garcia
El pasado verano, arropado por sus paisanos, bajo los tilos de la bolera de Vierdes, presentaba el Padre Martino su último libro: “Sajambre Antiguo”. 
No deja de asombrarnos la energía desplegada por el esforzado Jesuita, perteneciente a la tribu de los Salaenos, nacido en Vierdes, corazón de la noble tierra de Sajambriega. 
De este autor puedo certificar que a sus 86 primaveras, aún realiza un exhaustivo trabajo de campo y  es capaz de subir hasta la cima más alta de Peñacorada, Peña Castiello de Burón, o al Jario de su tierra. Su último trabajo se ocupa de la protohistoria y entrada a la historia de  Sajambre, "un auténtico enigma histórico", para enlazar con lo bajomedieval alrededor del año 1000. Viene a ser un primer capítulo del libro publicado por el mismo autor hace treinta años: “La Montaña de Valdeburón”, donde aportaba una ingente documentación que certificaba la lucha de nuestra tierra por la independencia de los señores feudales y de la todopoderosa jurisdicción de Asturias que intento en diversas ocasiones absorber la Merindad de Valdeburón.

El libro es un concentrado de todas sus investigaciones y teorías sobre la historia más remota de Sajambre, muchas de ellas, certezas demostradas por el arduo trabajo de campo, además hace nuevas aportaciones sobre el origen del misterioso pueblo vadiniense o la ubicación de las  mansioromanas de: Equosera, Cougium y Belisarium. También se tratan temas apenas estudiados como: el asedio romano al Monte Vindio, la epopeya de Don Pelayo, la batalla de Pontón, el concejo y cristianismo, la trashumancia y carretería.

La lucha por la libertad de los montañeses late en todos los libros de Martino, desde los indómitos cántabros a la cristiandad oprimida, refugiada aquí durante la invasión musulmana. En este libro como en otros sobre la historia remota de la montaña, el autor se ve arrastrado por la corriente lógica y básica aportada por las fuentes romanas o medievales. A continuación los hallazgos registrados en la investigación de campo confirman sobre lo correcto de la dirección tomada, esa es la metodología utilizada por el autor.

Martino conecta con el profundo latido de una tierra antigua, núcleo germinal de la nación española, defendida en un primer momento por la formidable muralla de la cordillera cantábrica.
Sajambre y Valdeburón supieron defender sus privilegios hasta el siglo XIX cuando la división provincial se impuso en España. Según Martino: "la raíz del pueblo montañés es reacia al señorío y tiene sus raíces en la protohistoria desde la resistencia feroz a las legiones romanas, que brota de nuevo en la resistencia de Pelayo, cuando se levanta apoyado por el concejo de vecinos". Ojalá en el aciago presente que nos toca vivir seamos fieles a nosotros mismos y dignos hijos de aquellos antepasados que defendieron la tierra montañesa y sus concejos. La democracia(gobierno del pueblo) violentada por políticos de toda clase, tiene mucho que aprender del milenario tronco del  concejo de vecinos leonés, del cual procedemos y, a cuyo estudio el P. Martino ha dedicado parte de su vida.


 Sajambre Antiguo de Eutimio Martino Redondo


Vista del Valle de Sajambre, bajo el Jario: Oseja. (Foto Martino)
El P. Eutimio durante la presentación de su libro el pasado verano de 2012 en Vierdes-Sajambre. (Foto Siro Sanz)

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ESCENAS VADINIENSES
HACE  DOS MIL CIEN AÑOS (ni más ni menos)  EN UN CASTRO DEL MACIZO  PEÑACORADA
Siro Sanz García

I
Amanece en el país de los cántabros.
Sobre el Ornia tributario del Río Grande, el poblado se alza sobre un crestón calizo cortado hacia el Sur por el foso natural del río. Al Este y Oeste, es defendido por dos escarpes en los que a trechos sobre el abismo crecen grandes encinas. Al Norte, entre dos raigones pétreos, la muralla precedida de profundo foso defiende el único acceso. La puerta, dispuesta en clavícula se cubre formando un túnel de ocho metros. La muralla de cinco metros de altura y tres de ancho, remata en un paramento de barro donde se levanta un pequeño muro que protege el adarve. Cuarenta cabañas de planta ovalada cubiertas de paja y tapin buscan la defensa del muro, se disponen unas junto a otras sin orden. Dentro de  encerraderos  comunales: caballos y vacas rojizas de pelo largo se mezclan con  un gran rebaño de cabras que inquietas y ruidosas piden suelta hacia los montes que rodean el valle alto. La pálida aurora anuncia el nuevo día, a lo lejos, el aullido del  lobo rompe la paz del silencioso bosque. La primavera ablanda la nieve en las alturas del gran Cora, en sus cimas  el clan venera a los dioses tutelares. Al resplandeciente Cora, ofrecen cruentos sacrificios anuales para pedir a los dioses: la multiplicación de la vida en  mujeres y ganados, el éxito en las incursiones guerreras a la tierra llana. Desde sus altos fuertes, allá a lo lejos, tras la calima mañanera  se vislumbra apenas la tierra donde habitan los Vaccei.

II

Densas columnas de humo se elevan sobre las cubiertas de paja. Sólo se percibe el sonido que produce el vaivén de las muelas arrastradas sobre las soleras de los molinos de piedra. Las mujeres preparan la primera comida del día. Granulosa  harina de avena mezclada con leche, semillas tostadas, algo de carne seca de cabra, constituye la frugal comida del amanecer. Los hombres sentados en círculo beben de un recipiente de madera que pasan de mano en mano, respetan el orden impuesto por el mérito en la guerra y  la edad. El ambiente en el interior de las cabañas familiares es tranquilo, una madre calma el lloro del recién nacido. La escasa luz que penetra por la puerta y el humo de la hogueras desdibujan las figuras, todavía adormiladas. En las paredes apoyan lanzas con puntas de hierro, hoces, hachas de doble filo y hondas de cuero crudo atadas en palos de urz clavados entre los huecos de las piedras. Las pieles de cabra y vaca que han servido de abrigo durante la noche son amontonadas lejos del fuego. Sobre el llar pende una cadena de grandes eslabones, de ella cuelga un gancho y del gancho una  marmita de metal. Las ancianas tejen tela de basta lana, niñas de unos doce años hilan con ruecas de avellano en la que prenden lana oscura cardada, sus hábiles dedos hacen girar el huso dónde enrollan el hilo. La destreza de las tejedoras proporciona al clan tela suficiente para mantas, polainas, ceñidores y túnicas.

III

Estrenada la mañana se abre el portón de roble. Los pastores se colocan a ambos lados del pasadizo sobre el foso, el ganado pasa entre ellos. Cabras, vacas, novillas, en alegre y desordenada comitiva bajan lentamente por el talud hacia el fondo del valle. Entran en un bosque de robles próximo al río. La montaña devuelve el sonido de las broncíneas esquilas mezclado con los mugidos y el sonido de los cantarines arroyos que presurosos se despeñan buscando las aguas del Ornia. Los pastores aún adolescentes que no valen para la guerra, descienden detrás del pingue ganado. Visten breves túnicas y se cubren  con bastos sagos de lana parda sujetos con fíbulas de bronce sobre el hombro izquierdo. Calzan abarcas de piel de lobo y  protegen  sus piernas con polainas de lana. No hay mozos más hábiles que ellos en el uso de la honda que ahora ciñe sus largas cabelleras. Cada uno porta una vara de tejo de dos metros, aguzada en un extremo y endurecida al fuego. Osos y lobos cuando atacan al pacífico ganado, son acosados por certeros tiros de honda y los gritos de los pastores que sujetan las varas de tejo en actitud desafiante. Los jóvenes guardianes dirigen el ganado a las frías aguas del Ornia que viene lleno por las recientes lluvias y el deshielo primaveral, después de beber  ellos y el ganado, buscaran el verde trébol y las saladas hierbas que engordan y crecen la leche.

Castillón de Santaolaja (Cistierna). Castro sobre el río Duerna. (Foto Siro Sanz)
"Cabras, vacas y novillas bajan lentamente por el talud hacia el fondo del valle..."

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CALZADA ROMANA DEL ESLA. VÍA ROMANA DE LA CONQUISTA . VÍA SALIAMICA


Eutimio Martino-Siro Sanz

El año 26 antes de Cristo, el emperador Augusto ataca Cantabria por tres vías: la del Pisuerga, el Carrión y  Cea-Esla.
Esta del Esla separaba a los cántabros de los astures (Astura- Esla). Por Cistierna junto a Peñacorada, mojón suroeste de la Cantabria histórica, entraba a la garganta que conduce a Valdeburón y Tierra de la Reina. Se conservan algunos tramos que destacan por la dificultad del terreno y la magnitud de la calzada en los tramos del Pajar del Diablo (Villayandre), el Escobio de Remanganes (Crémenes) y San Roque (Las Salas). En el año 973 se la denomina como Vía Saliamica, en su tramo superior del Pontón. Salia es el nombre prerromano para corriente de agua, por lo tanto es la Vía del Río y así la nombraron los que aun no hablaban latín.
Desde Cistierna, en su avance al norte pasa al pie de castros prerromanos: Vegamediana, Valdegrija, Verdiago, Valdoré, Argovejo, Las Salas, Corona de Escaro.
La obra que observamos desborda el esquema de Vitrubio que en el Libro VII del Tratado de Arquitectura, capítulo I, describía la construcción de pavimentos urbanos de basílicas y templos mediante cuatro capas, sistema de construcción que más tarde sería extrapolado a vías y calzadas con demasiada ligereza.
Una nota elocuente que nos remite a su origen romano, consiste en que su trazado se acerca demasiado al nivel de la corriente, sin prever las frecuentes crecidas en una cuenca de montaña tan dilatada. Jamás los naturales hubiesen admitido este trazado. De hecho con frecuencia la carretería tradicional de los montañeses a la meseta se veía obligada a desviarse por el puerto del Pando (Prioro y valle del Cea) a causa de la inundación de ésta en: Huelde, Las Salas y Valdoré. La calzada se hizo en el tiempo de campaña, "cuando los reyes van a la guerra", de abril a octubre.
En el siglo X, recién despejada la zona de la ocupación musulmana ya figura en Aleje un ramal de esta calzada como “carraria antiqua”.

En el ámbito de la Montaña Oriental Leonesa sometida hasta los años 60 del siglo XX a un régimen económico agro pastoril de pura subsistencia, una obra de tales características y envergadura, ni técnica, ni económica, ni humanamente se puede atribuir a los naturales. (Información detallada en la Huella de las Legiones. MARTINO-SIRO. Cuaderno de Campo 3)

Tramo de la vía del Esla en Crémenes. (Foto Siro Sanz)
Muros de la vía en el Pajar del Diablo entre Villayandre y Valdoré. (Foto Siro Sanz)
Uno de los tramos más espectaculares en sobre la vega de Crémenes. (Foto Siro Sanz)
Lagarto ocelado, superficialmente romanizado, asoma por los recovecos de la vetusta calzada en Crémenes. (Foto Siro Sanz)

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EL PAJAR DEL DIABLO

Eutimio Martino-Siro Sanz

Se denomina Pajar del Diablo, al tramo de la calzada del Esla entre Villayandre y Valdoré, la vía aquí se eleva sobre el río adaptándose a la curva del meandro.

Diablo, es una interpretación cristiana que nos sitúa en el momento histórico de la traumática y agresiva conquista romana. La misma versión explica otros nombres semejantes en el imperio aplicados a monumentos que son romanos en origen, existen: Puente del Diablo, sobre el río Reuss al pie del San Gotardo, en la vía a Lucerna; Puente del Diablo, en Martorell sobre el Llobregat, con inscripciones de la legión  VI-IX-X, la Legión IX Hispana consta en Verdiago, muy próxima al tramo de la vía que ahora nos ocupa; Puente del Diablo, nombre vulgar que se da al acueducto de Tarragona, que ordenó construir Adriano; en Alemania se conoce como Teufelsmauer”- “Muro del Diablo”, a la sección del limes romano correspondiente a Baviera; Presa del Diablo, conducción de agua en la ciudad romana de Andelos-Mendigorria; Camino del Diablo, vía romana en el término de Fraga, provincia de Lérida. En cuanto a Pajar, responde a la filiación prerromana del nombre, explicado por el radical hidronímico Pal, del que viene también el Río Pajares y muchos más.
El espléndido tramo del Pajar del Diablo sobre el río Esla, ha sido ganado íntegramente a la roca, salvando así el difícil paso en tan escarpado terreno. A base del producto extraído se levantan los grandes muros de contención. Los muros son consolidados por un retranqueo sobre plataforma. En la base y en superficie existen grandes losas cuya parte más ancha descansa hacia el exterior mientras que la estrecha penetra al interior. Esta disposición está pensada para otorgar estabilidad a una vía tangencial a la pendiente.
Pacual Madoz en su Diccionario Geográfico, (1845-1850) ponderaba con admiración los grandes paredones de este tramo de la única vía de comunicación junto a la calzada del Cea que entonces tenían los montañeses para bajar a Castilla a buscar trigo y  vino siempre escasos en estas montañas. (Información detallada en la Huella de las Legiones. MARTINO-SIRO. Cuaderno de Campo 3)

 El tramo Pajar del Diablo ha sido ganado íntegramente a la roca, salvando así el difícil paso en terreno tan escarpado. (Foto Siro Sanz) 

 Los muros son consolidados por un retranqueo sobre plataforma. (Foto Siro Sanz)

  En superficie existen grandes losas cuya parte más ancha descansa hacia el exterior mientras que la estrecha penetra al interior. Esta disposición está pensada para otorgar estabilidad a una vía tangencial a la pendiente. (Foto Siro Sanz)

La calzada se eleva sobre el río. (Foto Siro Sanz)



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 SAN GUILLERMO DE PEÑACORADA . 

APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA GRUTA
(Artículo publicado en el Revista Comarcal de Riaño)
Siro Sanz García 
La utilización de las cuevas como espacio mágico de culto y contacto con las fuerzas telúricas de la naturaleza, ha sido una constante en la historia de la humanidad. El arte parietal paleolítico, nació en su interior y era una forma de adueñarse anímicamente de la caza, su ubicación en lo más recóndito de las grutas naturales no es casual. En estos apartados lugares los Chamanes contactaban y hacían propicios a los espíritus de los animales, antes de comenzar las batidas que alimentarían al clan.
La cercanía al agua, necesaria para los ritos de purificación, tampoco parece casual en estos ámbitos, sobre todo en lo que atañe al mundo Grecolatino, que consideraba a las cuevas como morada de las divinidades subterráneas y aun de las infernales.
Famoso por sus oráculos durante la antigüedad fue el santuario de Apolo en Delfos, allí, como no, la cueva y el agua, eran elementos indispensables. Las visiones venían a la Pitia, adivina y sacerdotisa de Apolo en el interior de una gruta recreada, por donde corrían las aguas de la Fuente Castalia. Entre otras grutas sagradas del mundo clásico cabe mencionar la del monte Dicteo, donde se creía haber nacido Zeus, y las dos de la falda septentrional de la Acrópolis de Atenas consagrada una a Pan y otra a Febo.
Para los íberos el escoger cuevas como espacios de culto era algo habitual, ejemplos de ello tenemos en la Cova de les Encantades en Mataró (Barcelona), y en la Cueva Negra de Murcia utilizada como lugar de culto incluso en época Romana.
En León no podemos dejar de mencionar las misteriosas grutas artificiales de Villa Moros de Mansilla, llamadas las dos gemelas debajo de Lancia "Los Ojos del Moro" y un poco más al norte otras tres de semejantes características, nombradas por los lugareños Cuevas del Castro de Villasabariego, todas ellas miran a la vega del Porma, margen izquierda, que aquí se dirige hacia la llanura.
En la vega del Esla, margen derecha, existen otras, las del Moro, cerca de Valle de Mansilla y las de la cuesta de Santa Marina en Villa Contilde. Algunos autores les adjudican a todas ellas la función de eremitorios desde el bajo imperio romano y durante las invasiones germanas, aunque la proximidad a la vía I del Itinerario de Antonino las hace poco apropiadas para estar habitadas en este último periodo y en los tiempos de la dominación árabe. Las calzadas romanas que en aquellos tiempos estarían como recién estrenadas fueron utilizadas como vía de penetración, por todos esos pueblos invasores. La tranquilidad y retiro buscado por los eremitas, a buen seguro durante siglos fue inexistente en estas grutas, por otra parte tan visibles desde las vegas del Esla y Porma. El apelativo de "Cuevas de los Moros" para muchas de ellas no es más que un trasunto de lo Romano, solapado en la memoria colectiva por el hecho más reciente de la invasión musulmana. Estas cuevas artificiales de los taludes del interfluvio Porma-Esla, apuntan a un origen neolítico. En ellas se han hallado utensilios de piedra pulimentada y restos cerámicos que se pueden relacionar con el periodo neolítico. Parecen haber sido ocupadas por gentes que practicaban un tipo de agricultura rudimentaria en las vegas cercanas y que tenían aquí un abrigo seguro durante la noche, cuando se retiraban las escalas. También les servirían como graneros para sus parvas cosechas, seguramente fueron utilizadas más tarde por los Astures y durante toda la romanidad. Si alguna vez fueron morada de eremitas pudo ser acaso en los siglos VI-VII cuando el reino de los Godos en Hispania se dirigía a su fin. Don Aurelio Calvo, maestro de historiadores, insigne estudioso de todo lo referente a la ribera del Esla a principios del siglo que paso, pudo observar en ellas grabados que representaban a seres humanos y animales, en un estilo esquemático y grácil, grabados que hoy por desgracia han desaparecido.
La utilización de cuevas como eremitorios en la España musulmana y en el Islam norteafricano fue bastante habitual. Los místicos musulmanes, los Sufies, imitaron las privaciones y ascetismo de los monjes cristianos que conocieron en el Egipto Copto, Siria y Líbano. Famoso en Andalucía fue el eremita Abd Allah Ibn Faris que vivía en una cueva de Málaga.
En Marrakech (Marruecos) dos de sus santos patronos habitaron las cuevas de Yibal Geliss, una pequeña mota rocosa en las proximidades de la medina.
En la primavera de 1999 visité la colina de Gelis, una roca pelada de unos 400 metros de altura que emerge del palmeral en el que se encuentra la populosa medina de Marrakech. El contraste entre la sequedad de la colina y el verdor del oasis impresiona al visitante y le hace pensar en los motivos de semejante elección, por Sidi Abd El Abbas y Sidi Abd El Assis, que buscaron en este lugar sólo apto para la cobra y el alacrán, la santificación y el sentido de la vida y muerte.
Cerca de la cima, en la ladera este de la colina de Gelis, se abren unas pequeñas cuevas que miran a la puerta de Bab Dukala, entrada a la gran medina de Marrakech por el suroeste. En estos abrigos rocosos, los dos ermitaños se santificaron y despreciaron la vida mundana de la ciudad que se extendía a sus pies. Los Marraqhsies aún guardan el recuerdo de estos dos santos y les celebran como santos patronos en el Musen (romería) de agosto. Importante y muy visitada es la tumba de Muley Ibrahim a unos 70 kilómetros de Marrakech, en el Gran Atlas. El lugar donde habitó el santo se alza sobre un río, y se asciende hasta allí por un tortuoso camino entre peñas. Arriba a unos 500 metros sobre el wadi, una blanca construcción abovedada destaca entre el ocre del paisaje y el verde oscuro de los cedros, junto a la Kubba (ermita) del santo se abre la cueva de Rahga, donde una fuente fluye con tal fuerza que la exurgencia ha sido cubierta en parte por una pesada piedra de molino, de ahí su nombre de Rahga. En esta cueva las mujeres se bañan y toman las aguas en una especie de rito de purificación para pedir la Baraca (bendición) y fecundidad, como exvoto dejan en la ermita sus cabelleras, telas de color verde y luminarias de cera.
En las dos religiones del libro la cueva, la gruta, constituye esa tumba previa, donde el hombre muere a los placeres del mundo y los trasciende para salir renovado, resucitado a una vida nueva y más espiritual. La gruta de Belén es el inicio de la salvación cristiana y la cueva artificial en el campo de José de Arimatea la conclusión victoriosa de la pasión salvadora de Jesús resucitado. La gruta de San Guillermo en Cistierna participa de este acerbo cultural y su prolongada historia la convierte en una importante seña de identidad para los cisterniegos. El eremitorio, consta de dos partes bien diferenciadas: un abrigo natural bajo un raigón de caliza que parece haber sido agrandado separando las diaclasas de la caliza por presión. Al fondo a una altura de más ó menos metro y medio, un vano en la pared rocosa da paso a una pequeña cámara en alto, esta cámara, del todo artificial y excavada en la pura roca. El techo busca o imita la forma abovedada y en las paredes este y norte se han practicado unas repisas que pudieron servir de tosco altar, sobre todo la que esta orientada al este.
Los orígenes seguramente son prehistóricos, algunos restos de industria lítica aparecen en el talud del arroyo de la Fuente de la Mata, por debajo de los muros de contención de la explanada frente a la ermita. El abrigo rocoso pudo servir de refugio a pequeños grupos familiares protohistóricos, que tenían aquí una atalaya extraordinaria sobre la vega del Esla para vigilar el paso de las migraciones estacionales en la cuenca del Esla. La ocupación de la misma en el periodo visigodo no nos consta, es solo a partir del 874 cuando la comarca entre Peñacorada y Riaño comienza a ser poblada por mandato de los reyes astures, estos instan a la nobleza local para que tome posesión y refuerce los castillos de Aguilar, Fuentes, Santa Olaja, los Torrejones de Valmartino y el Murrial de Cistierna. La cerámica incisa a peine, de color grisáceo, que aparece en superficie en estos venerables castillos nos remite al siglo IX, X y XI. En el siglo X florecen alrededor de Peñacorada algunos monasterios como el de Santa Juliana, San Vicente, San Andrés, San Facundo, San Martín de Tuejar, Santo Tomé de Peñacorada y Santos Facundo Primitivo y Cipriano en Cistierna, que aparece documentado en el siglo siguiente pero de fundación más antigua, como muchos otros, aguas arriba del Esla, de origen Visigótico. Los abades de estos monasterios proceden a escaliar los bosques, captan fuentes y represan arroyos. La mención de molinos en el Esla y Tuejar a partir del siglo X es constante. En 996 un abad por nombre Juliano dona el pequeño monasterio de Santa Juliana (iuxta Penna Corabita) a Sahagún. En 1042 el presbítero Fruela, al parecer sobrino del abad Juliano, dona a Sahagún el monasterio de San Vicente (iuxta Penna Corabita), quedando así establecida la relación de Sahagún con Peñacorada. Los monjes en Peñacorada además de orar tuvieron que luchar a brazo partido con una naturaleza pujante, que en siglos anteriores de menor presión humana por la relativa despoblación se recuperaría formando bosques cerrados de robles, encina y hayedo. Sus ganados serían puestos a menudo en peligro por el ataque de lobos y osos. La presencia del plantigrado en los aledaños del monasterio está atestiguada en el Libro de la Montería de Alfonso XI, siglo XIV, cuando comenta: "Vega de Frades es buen monte de oso et de puerco en invierno e aun en verano, et es la vocería por el camino que va desde Sanct Guiyelmo fasta la peña, et es la armada a la collada." Desde los alcores de Sahagún en días claros se divisa perfectamente la silueta de Peñacorada, esta relativa cercanía otorgaba a estas montañas que fueran el destino de un seguro refugio para los monjes de Sahagún en los duros tiempos de las campañas musulmanas durante los siglos IX y X. La tradición en los pueblos que rodean Peñacorada, afirma de forma insistente que un monje huido de Sahagún hizo vida de eremita en la cueva de Cistierna. Este hombre santo de finales del siglo X quedó relegado por el San Guillermo histórico del siglo XII eremita también y, abad del monasterio de Santa María de los Valles conocido después de su muerte como monasterio de San Guillermo. Algunos autores afirman que Santa María de los Valles se ubicaba donde ahora esta el santuario de la Virgen de la Velilla, sin embargo, a finales del XV y principios del XVI, la tradición, la documentación y los lugareños llamaban monasterio de San Guillermo al que aun entonces permanecía a unos tres kilómetros del pueblo, ya sin monjes, bajo el gran pico de Peñacorada y no muy lejos de la collada de Ajo. En este lugar se observa la captación de agua en el arroyo que desciende de la collada de Ajo y restos de hasta dos molinos, aguas abajo del monasterio, pero muy cercanos. Este Guillermo, nombrado en algunas donaciones de los reyes de León es nuestro San Guillermo, pero sin olvidar la tradición que nos llega de Sahagún, que supone aquí otro santo eremita durante el siglo X. La ubicación del monasterio sobre un detritus piramidal de restos de construcción, nos confirma en la idea de la reutilización de estructuras habitables más antiguas. En 1520 cuando la primitiva ermita de la Virgen de la Velilla ya existía en el lugar que ahora se encuentra, se dice que el señor de Valdetuejar, don Fernando de Prado, mantenía su casero en San Guillermo y lo diferencia claramente del Santuario de la Velilla. El historiador de la orden Benedictina Prudencio de Sandoval visitó la gruta de San Guillermo a finales del siglo XVI, la describe como a una legua larga del monasterio, distancia casi exacta, y era una cueva con su altar sobre el lugar de Cistierna y allí vio monedas y unas cajitas de madera, que debían ser de reliquias con unos pergaminos que no pudo leer y que se hallaron en esta cueva en el año de 1589. La imagen la describe diciendo que tiene hábito de monje y contaban de él los montañeses muchos milagros. Sandoval recoge también la tradición de un monje huido de Sahagún. Son pues 500 años de tradición documentada y que el pueblo de Cistierna conserva hasta hoy como una de sus principales señas de identidad, aunque suponemos por otros datos que a finales del siglo XVI los Cisterniegos ya hacía 300 años que subían a la ermita el 28 de Mayo.Después de casi 800 años de tradición mantenida por la villa montañesa, en estos albores del siglo XXI, la parroquia de Cristo Rey heredera de la antigua de Santa María, con su párroco Don Avelino Gutierrez, el Mayordomo de San Guillermo Don Juan García, y todos sus colaboradores, dispuestos y afanosos en todo lo relacionado a la ermita del Santo Patrón, entregaron unas obras en mayo de 2008 que dignifican aún más la gruta y su entorno. Las obras de remodelación en el interior de la gruta tenían como objeto la colocación de un hermoso retablo hornacina, donado por la Compañía de Jesús con la intermediación del Padre Martino, paisano nuestro de Vierdes en Sajambre, incansable trabajador en la investigación del pasado romano de la Montaña Oriental. Al agrandar la oquedad que comunica con la cavidad interior, embutido en los muros de piedra, apareció un arco de ladrillo y antigüedad indeterminada, el mayordomo y sus colaboradores con buen criterio decidieron conservarlo previa restauración y limpieza. La reja antigua que separaba a los devotos del santo, debió ir en este arco de ladrillo pues los orificios en las jambas laterales así lo demuestran. Debajo de este arco y dejando visibilidad hacia la cámara interior de la gruta, se ubico el retablito.
 En la ladera Oeste de Peñacorada, a unos 500m sobre el pueblo en el Valle de la Mata se ubica la Gruta de S. Guillermo (Foto Siro Sanz)

 Ruinas de la iglesia en la abadía de S. Guillermo en el extremo Este de Peñacorada. (Foto Siro Sanz)

 Tras el retablo bajo el arco de ladrillo, se encuentra la cámara alta donde según la tradición hizo vida de ermitaño Guillermo. (Foto Siro Sanz)

 Autoridadad religiosa (Obispo de León) y civil (Alcaldes del Concejo y Ayuntamiento de Cistierna) presiden el día 28 de mayo la celebración en la ermita. (Foto Siro Sanz)

 Año tras año, siguiendo una tradición que dura más de 7 siglos, los cisterniegos trasladan la imagen del santo desde la parroquia (donde 9 días antes había sido depositada) hasta  la gruta que preside la villa de Cistierna. (Foto Siro Sanz)


La romería a punto de culminar el camino y entrar en la explanada de la ermita. (Foto Siro Sanz)

Los cisterniegos rinden homenaje al patrón de la villa, bailando ancestrales danzas frente a la imagen y la gruta, preside el acto el pendón del venerable concejo. (Foto Siro Sanz)


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EL AGUASALIO: FÓSIL DE LA TOPONIMIA Y  BELLEZA NATURAL DE CISTIERNA
Eutimio Martino-Siro Sanz 

El Valle del Aguasalio se perfila al Este de la villa de Cistierna, entre el Murrial y Peñacorada. Da comienzo abruptamente en Campo el Valle y termina bruscamente cortado al Norte por un escarpe rocoso que le une a Peñacorada, un poco más abajo de las ruinas del castillo donde da comienzo el pinar.
Paralelo al camino que asciende hacia el castillo, corre un reguero que sólo llena en épocas de deshielo  y durante las lluviosas primaveras. La riega se origina en la ladera Oeste del primer pico de Peñacorada, pico frontero que da cara a la villa. Baja despeñándose, sonoro entre el pinar, para caer al Aguasalio en hermosa cascada temporera junto a la Cueva la Nevera. Arroyo y valle reciben el mismo nombre: Aguasalio.
El nombre es un híbrido latino y prerromano: Aqua-Salia.
Mela llama flumen, "río" en latín al Salia, refiriéndose al Sella en la costa (3,1,18). Hacia el año 1005 figura en Sajambre como rivulo Selia (Martino). En 1052, a la vez que flumen, se le llama genéricamente aqua de Selia (Larragueta). El hablante latino utiliza el nombre aqua que da agua en castellano, para denominar un Salia o Selia que no comprende, pero que intuye que viene a significar río.
El nombre Aguasalio no es extraño en la Montaña Oriental Leonesa. Contamos con éste de Cistierna; el Aguasalio de Fuentes de Peñacorada; un Aguasalio en Aleje, lateral a Pico Moro por el Oeste; ya en la vertiente Oeste del Moro, existe el Pico Aguasalio de Argovejo; los Aguasalios de Vegacerneja; en el Libro de la Montería (siglo XIV) "el Aguasalio de los montes de Acebedo"; Altos de Aguasalio  en Portilla de la Reina. En Cistierna, como en otros lugares donde aparece Aguasalio, figura como nombre de lugar, visto lo que significa tanto Salia como aqua, sólo puede justificarse por la presencia de agua que pasa a denominar la cuenca entera o el valle donde se origina esa agua.
No deja de asombrarnos la belleza del Aguasalio de Cistierna, tan agreste, salvaje y pura. Un lugar poco frecuentado pese a su cercanía al núcleo urbano de la villa. Desde aquí animo a mis atribulados paisanos para que visiten éste extraordinario paraje, el silencio y la naturaleza invitan a la introspección y contemplación sanadora. En la lluviosa primavera del año del señor de 2013, el arroyo Aguasalio se derrama con grandioso aparato de aguas golpeadas y espumosas para salvar el salto de la Cueva de la Nevera.
 El Valle del Aguasalio desde la ladera del Murrial. (Foto Siro Sanz)

 Vista del Aguasalio aguas abajo. Al fondo la vega del Esla. (Foto Siro Sanz)

 Cascada que llena durante los temporales de invierno o lluviosas primaveras. (Foto Siro Sanz)

 La cascada salva un fuerte desnivel precipitándose al valle sobre las blancas calizas de Peñacorada.
(Foto Siro Sanz)

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CALZADA DEL ESLA: LA ENTRECISA
Eutimio Martino- Siro Sanz

La Entrecisa es el gran corte en la roca que da paso a la calzada del Esla hacia la Vega de Crémenes por el Norte y al Sur al Pajar del Diablo. En Crémenes dio nombre a la Vega de la Entrecisa situada en la margen izquierda del gran meandro que aquí ha trazado el Esla.
La forma actual de nombre deriva de intercisa, participio pasivo del verbo latino intercido, que significa separar por corte. Sabemos de otros lugares con el mismo nombre: La Intorcisa en Guardo; La Acisa en la Ercina que está bien patente en el corte de la Gobia; un paso cortado en roca por el que pasaba la Vía Flaminia era conocido como Intercisa(saxa), o sea, “peñas cortadas”; otra Intercisa existió en Panonia durante el Imperio Romano en la frontera con la tribu germana de los Marcomanni. En nuestro caso figura en el año 874, en plena latinidad, al trazarse un deslinde como sigue: de illa intercisa usque ad forcata de Mentare; desde la Intercisa, hoy la Entrecisa (término de Villayandre) hasta la collada de Mental (término de Prioro). 
Verificamos aquí  en terrenos de Villayandre el gran corte en la peña realizado por los romanos que sometían al fuego durante días la roca y luego arrojaban agua y aceto para que estallase. En la pendiente que desciende a  a la Vega de Villayandre aún se aprecia en la margen derecha de la vía en sentido descendente los cortes en la roca para abrir paso y suministrar materiales a la construcción de la vía.

 El corte de la Entrecisa (Viyallandre). (Foto Siro Sanz)

 La calzada desciende desde la Entrecisa hasta la vega en dirección Norte. (Foto Siro Sanz)

Desde la Entrecisa vista de la Vega de Crémenes y Villayandre, al fondo las Pintas.

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CONFERENCIAS EN EL INSTITUTO BIBLICO Y ORIENTAL, SEDE DE CISTIERNA


Viernes 12 de abril a las 19:30 conferencia del ciclo la PROTOHISTORIA DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA

LOS CANTABROS  Y EL VINDIO  a cargo de Eutimio Martino Redondo y Siro Sanz García.

Amplia disertación sobre la entrada de nuestra tierra en la historia de occidente. Las legiones romanas entran por la garganta del Esla y del Cea. Los cántabros en una cruenta guerra de guerrillas montañera, desde Peñacorada hasta Valdeburón rendirán uno a uno los castros frente a la soberbia romana. En Valberga (Burón)  presentan la única batalla campal  (Bérgida), para retirarse inmediatamente al Monte Vindio (Picos de Europa). Allí en la Peña Sacra ofrecerán el supremo sacrificio de la vida ante la imposibilidad de derrotar a la gran potencia militar romana. Dramática y grandiosa la historia de los cántabros uno de los pueblos antiguos que habitaban lo que más tarde sería el núcleo primigenio del glorioso Reino de León. 



Vadinia en el mapa de Ptolomeo, siglo II d C.

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PRESENTACIÓN DEL LIBRO LOS MARQUESES DE PRADO. SU SEÑORIO EN VALDETUEJAR, LA GUZPEÑA, LOS URBAYOS Y ANCILES. DÍA 27 DE ABRIL A LAS 19:30 EN LA SEDE DEL INSTITUTO BÏBLICO Y ORIENTAL DE CISTIERNA (Salón Parroquial. Calle Francisco Valbuena)



El historiador montañés Don Ramón Gutierrez, insigne maestro de generaciones de Prioreños y veterano colaborador del la Revista  Comarcal de Riaño, presentará el día 27 del corriente en la sede del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna su última obra, una revisión documental del señorío de los Prado.  Obra básica e imprescindible para entender los procesos del feudalismo y el señorío laico en la Montaña Oriental Leonesa. Desde Peñacorada hasta los puertos con Asturias se extendió el gobierno de los Prado que  ahora Ramón Gutiérrez mediante una improba labor investigadora ha rescatado de las nieblas del pasado. La épica lucha de los concejos montañeses contra la todopoderosa familia de los Prado. 

No se pierda este acto de homenaje y exaltación de los venerables concejos de la Montaña Oriental Leonesa. 

INTERVIENEN: Ramón Gutiérrez Álvarez, historiador y autor de la obra.


                             Aurelio Rodríguez Puerta, poeta y cronista del apocalipsis montañés.
                             Siro Sanz García, historiador.





Escudo de los Prado (Santuario de la Virgen de la Velilla. La Mata de Monteagudo)

Palacio de los Prado de Renedo de Valdetuejar


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LA VIRGEN DE PEREDA


Eutimio Martino-Siro Sanz


En el siglo XI existió aquí un monasterio de monjas dedicado a San Martín. Fue fundado por la poderosa familia de los Flaínez, asentada en el castillo de Aguilar entre Sabero y Cistierna, que dotaron al monasterio con: 100 vacas, 200 ovejas, 10 yeguas, 15 caballos, 2 asnos y siete parejas de Bueyes además de otras posesiones como tierras, viñas, estanques y molinos. Gobernado por la regla de San Benito pasa un poco más tarde a priorato de la Orden de Santiago y ya en el siglo XII será donado por sus propietarios a la Abadía de Benevivere (Carrión de los Condes, Palencia) que también tenía las propiedades de Mental y Retuerto.
El nombre de San Martín es muy repetido en la cuenca del Esla y alto Cea durante la alta Edad Media (Cistierna, Verdiago, Crémenes, Las Salas, Portilla, Vegacerneja) por su antigüedad sin conexión alguna con las peregrinaciones pues trae su origen del tiempo de los godos.
En Martín se conserva el eco romano de un culto a Marte, culto establecido por la campaña de conquista. También es conocido un despoblado Medieval bajo el castro, llamado Santa Marina que vino a sustituir a San Martín. La proximidad de la ermita al castro también es de reseñar.
 La calzada romana tenía un ramal de entrada hasta la ermita que ocupa un emplazamiento estratégico junto al agua, a boca de la hoz de Argovejo, única entrada por llano y al pie del bastión de Mataces.  Don José Gonzalez, el canónigo de Crémenes, ensayista, escritor, pescador de la trucha del Esla a escopetazo limpio, hablando de la ermita decía lo siguiente: “Sus potentes muros de robusta sillería labrada, parecían más propios de una fortaleza militar que de un santuario”
 En el entorno se afirma que hubo de utilizarse dinamita para derribar uno de sus muros en un arreglo que se hizo a mediados del siglo  pasado. 
La Virgen de Pereda descansa su trono sobre los  estratos depositados por el pasado y, reina sobre estos valles tomando el testigo de un tiempo muy remoto que se pierde en la antigüedad pagana.

La ermita de la Virgen de Pereda tal como la conocieron nuestros antepasados.

La Virgen de Pereda descansa su trono sobre los  estratos depositados por el pasado y, reina sobre estos valles tomando el testigo de un tiempo muy remoto que se pierde en la antigüedad pagana. (Foto Siro Sanz)

La última remodelación de la ermita destrozo la fisonomía antigua del templo enraizada en la edilicia rural leonesa. Bien a la vista está, que el arquitecto, movido de gran admiración por el gótico y la arquitectura precolombina peruana,  perpetró el híbrido que ahora contemplamos. (Foto Siro Sanz)

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DESAPARECEN LAS SEÑALES DE LA RUTA VADINIENSE EN PORTILLA DE LA REINA Y RIAÑO

Siro Sanz García

De un tiempo a esta parte, la Asociación Ruta Vadiniense Camino de Santiago, constata la desaparición de muchas de las señales indicadoras de la ruta en los términos concejiles de Portilla de la Reina y Riaño. Somos una asociación sin ánimo de lucro que lleva años batallando por la promoción a nivel regional, nacional e incluso internacional de un antiguo camino de peregrinación a Santiago de Galicia. Un camino que desde los puertos de Liébana entra a León por Tierra de la Reina y en Riaño a través de la garganta del Esla se dirige al Sur buscando el camino Francés en Mansilla de la Mulas. La asociación con sede en Cistierna, últimamente se propuso el reto de señalizar y panelizar todo el recorrido, mediante la ayuda del Grupo de Acción Local Montaña de Riaño y los esforzados miembros de la asociación que de forma altruista han trabajado sin descanso. Desde septiembre hasta abril se ha realizado una interesante labor investigadora para la confección del los paneles informativos de: Portilla, Riaño, Cistierna, Gradefes y Mansilla de las Mulas. Además de cinco atriles en puntos de singular importancia histórica para la ruta: San Martín de Alión, Verdiago, Complejo defensivo de Aguilar (Sabero), iglesia de Santa María (Cistierna), crucero del Molino del Ribero (Sorriba del Esla). Ojalá nuestros paisanos montañeses compartan el mismo interés por la salvaguarda de un bien cultural extraordinario, capaz de vertebrar el turismo de la Montaña Oriental Leonesa. Entre todos: asociación, ciudadanos montañeses, y políticos, podemos ser capaces de mimarla y hacerla cada día un poco más grande y conocida. Desde aquí solicitamos vuestra ayuda para luchar contra actitudes de los de siempre, tan poco cívicas y también comprensión en este humilde intento nuestro  por dar a conocer las tierras de la Cantabria Leonesa.






Paneles ya instalados en: Portilla de la Reina, Riaño, Cistierna, Gradefes, Mansilla de las Mulas.





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ECONOMATO DE HULLERAS DE SABERO. ANTIGUA FÁBRICA DE HARINAS LA MODERNA. PATRIMONIO INDUSTRIAL DE LA VILLA DE CISTIERNA EN PELIGRO
Siro Sanz García

Recibo con pesar la noticia aparecida en el Diario de León hoy día 22 de abril. En ella se anuncia la destrucción de uno de los  bienes industriales  más antiguos de Cistierna, digno de mejor suerte. A modo de esquela mortuoria, hagamos un repaso histórico de este notable edificio y su significado, utilizaré el resumen de una visita que realicé al interior de la fábrica en el año 2009. Existe un estudio más completo sobre esta fábrica de Don Javier Revilla Casado, gran estudioso de la molinería, el cual contactó conmigo en el año 2011 durante los cursos de verano organizados por la ULE en Cistierna, demostrando gran interés por la fábrica y el estado ruinoso que presentaba.
Propongo con todo el respeto debido al ilustre Ayuntamiento de la villa a su alcalde y concejales, también a la oposición que parece estar de acuerdo en la demolición del edificio, la siguiente reflexión. Es una lástima que se destruya el edificio para hacer una calle, si tenemos en cuenta la carencia de inmuebles propiedad del consistorio. La solución puede venir de la reparación del tejado para detener la ruina y esperar tiempos de bonanza económica, que llegarán si Dios quiere. A buen seguro, el costo de la demolición, posterior desescombro y obra de la calle en proyecto sobrepasan con mucho el valor de un tejado que salvaría la memoria de la fábrica harinera y aumentaría el parque urbanístico propiedad del concejo.

 

SITUACIÓN.
Se ubica junto al paso a nivel y vías del ferrocarril La Robla- Bilbao. Formaba parte del conjunto edificado por Don Esteban Corral inmediato al camino de la Talanquera.

 

CRONOLOGÍA.
El edificio se construyó a principios del S. XX. En el archivo del Ayuntamiento de Cistierna aparecen algunas noticias referidas al mismo en los años 20.

PROPIEDAD. 
En el momento de su edificación era propiedad particular de de Don Esteban Corral,   empresario minero natural de Olleros alcalde de Cistierna antes de al guerra civil, gran promotor urbanístico e industrial de Cistierna. Después la fábrica figuró como propiedad de Don Joaquín Manzano Olano y su mujer Doña Felisa Corral, hija de Esteban Corral, después la fábrica fue alquilada a Don Pedro García, natural de Astorga, propietario de minas en Argovejo. En ese tiempo la fábrica mantenía a un molinero en jornada completa. A finales de los años 70 es vendido por Doña Aurora García Gómez, esposa de Don Elías Corral, a Hulleras de Sabero y Anexas, empresa que ostentaba hasta ahora el dominio sobre el citado edificio. 

USO.
Inicialmente se destino a la fabricación de harina panificable con el nombre de FABRICA DE HARINAS LA MODERNA, se conservaba la maquinaria hasta la segunda mitad del S. XX. Más tarde se utilizaron los bajos del edificio para albergar almacenes y economato de Hulleras de Sabero, que posteriormente sería  absorbido por la compañía el Árbol .

SUPERFICIE
Aproximadamente unos 1100 metros construidos.

ESTADO DE CONSERVACIÓN
Desgraciadamente la maquinaria para moler, tolvas, cernedoras, todo ello movido por electricidad ha desaparecido.
La ruina del tejado ha provocado que la humedad  afecte en gran medida al maderaje del primer piso; existen no obstante estructuras de madera bien conservadas y con cierto valor, como son: las escaleras que dirigen al primer piso, la escalera y balaustrada de los almacenes situados en la parte trasera del economato. El azulejado original de losetas hidráulicas  se mantiene en algunas paredes de los almacenes. Sería interesante mantener esta escalera de resabios modernistas, si es que su estado de conservación lo permite. Si no, sería deseable sustituir las parte degradadas por material nuevo pero, respetando siempre la estructura original. El edificio tiene un amplio sótano que no pudo ser visitado por falta de luz.

MAQUINARIA
En dicha fábrica había instalados hacia 1933 dos grupos de cilindros molturadores de trigo, uno con capacidad molturadora de trescientos kilogramos por hora y otro de doscientos. La producción media diaria de harina durante el año 1933 fue de 481 kilos en ese año las existencias de dicha fábrica eran en trigo de 20. 251 kilos y de harinas 12.000 kilos

Datos extraídos del archivo concejil del la Villa de Cistierna.

 Fachada principal de la Fábrica de Harina la Moderna de Cistierna (Foto Siro)
 Dependencias de la fábrica junto a las vías del ferrocarril la Robla-Bilbao (Foto Siro)

 Escalera con resabios modernistas en el almacén (Foto Siro)

Vista de las escaleras del almacén (Foto Siro)

Escalera que da acceso al segundo piso de la fábrica donde se ubicaba la vivienda de Don Joaquín Olano Manzano y su esposa Doña Felísa Corral (Foto Siro)

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¿ES CISTIERNA UN PUEBLO RELIGIOSO?

Siro Sanz García

 Domingo del pasado mes de abril, Valle de Sajambre, Iglesia de Vierdes, un pueblo que ha perdido el último habitante estable, fallecido el año pasado; que en paz descanse. Cinco personas en el templo: el matrimonio formado por Luis, Carmina y el hijo de ambos un niño de unos 10 años, todos ellos oriundos de la aldea, Rosario Prieto entusiasta de la historia leonesa y un servidor.
El jesuita P. Martino oficiaba la misa mañanera y, emocionado nos recordaba que aunque éramos pocos, estaban allí en presencia espiritual todos aquellos que en la mínima y remota aldea de la cordillera cantábrica nos habían precedido en la fe católica.
La religión cristiana ha sido defendida y mantenida en estas montañas incluso en el terrible momento de la suprema prueba, cuando la invasión musulmana a punto estuvo de acabar con el pueblo cristiano. Si hoy no se levanta en León capital una mezquita catedral es por aquella lejana resistencia de nuestros antepasados  montañeses cántabro-astures a la fuerza de los emires cordobeses. Nadie insistirá en acusarme de animadversión o prevención contra la Suna y el Santo Alcorán, cuando noche y día convivo, comparto el pan y la sal con los musulmanes. Pero la constatación histórica de la fidelidad a la fe cristiana está ahí, y fue la lucha emprendida por Pelayo el siglo VIII con la ayuda de aquellos montañeses que iban a concejo; según cuenta la crónica:  "para la salvación de la Iglesia".
Hoy, la desolación y el abandono de las zonas rurales es una metáfora del abandono de la práctica cristiana en las iglesias de aquellos pueblos y ciudades que si tienen población pero no frecuentan los sacramentos ni asisten a las Iglesias. En Cistierna, la falta de feligresía se deja notar sobre todo en el cumplimiento del precepto dominical y en las manifestaciones públicas religiosas como son las procesiones. Queda en el recuerdo, fijado en viejas fotografías, la asistencia masiva de los cisterniegos sin distinción de clase, sexo y edad a las procesiones de: Semana Santa, el Carmen, Corpus Cristhi, San Guillermo y a otras celebraciones de la religiosidad popular: novenas, rosario, via crucis etc. Eran otros tiempos, quizás el nacional catolicismo tenía algo que ver en todo ello. La fe católica se nos había trasmitido sin interrupción desde los siglos III-IV, cuando el cristianismo en origen africano había entrado por la calzada del Esla hasta las cumbres de la cordillera cantábrica, convertida la tribu de los Vadinienses y sus clanes del alto Esla-Cea. ¿Qué nos ha ocurrido en las últimas décadas? 
El fenómeno del abandono de las iglesias atañe a toda la cristiandad católica europea, las razones del mismo son prolijas, un fenómeno muy complejo para ser explicado en pocas líneas. Desde el Concilio Vaticano II, la desafección no ha dejado de crecer y sus causas, creo yo, se pueden resumir en tres palabras: FALTA DE FE. 
La hecatombe se percibe sobre todo en el relevo generacional de los párrocos, cuando constatamos que los seminarios están vacíos. Viene ocurriendo algo verdaderamente misterioso, el continente europeo convertido  de forma masiva al cristianismo durante el primer milenio, asiste perplejo a la apostasía general. Parece que Dios nos ha abandonado, que hemos llegado al  final, ¿pero es así?.
En el presente Cistierna al igual que todas las iglesias de las diócesis españolas, lo mismo que toda  la cristiandad católica europea, parece que ha entrado en un inquietante proceso de purificación. Quizás debamos acostumbrarnos a que las iglesias no estén llenas y sean frecuentadas sólo por aquellos que están fuertes en la fe, capaces de resistir lo que está por venir; la higuera muestra ya los primeros indicios de la primavera que llega. Pero no perdamos la esperanza. Seguimos observando signos de auténtica fe en la comunidad cristiana de la villa.
Puede que veamos pocos jóvenes en la Iglesia. Sin embargo los más ancianos siguen dando testimonio de fe. También confiesan su fe: los voluntarios de Caritas; los voluntarios de la ludoteca parroquial y todos los catequistas; los que continúan colaborando en el coro parroquial tan engrandecido hace años por la sabia batuta de Don Joaquín, Don Telmo, Don Gaudencio; la sede cisterniega del Instituto Biblico y Oriental ahonda en la espiritualidad de una forma abierta e interesante y nos conecta con las raíces autóctonas y foráneas de nuestra religión; la casa de fraternidad es asistida sin descanso por laicos, destaco entre ellos a Don Fernando y Don Antonio, ellos solitos: reciben, alientan y alimentan a los transeúntes y menesterosos que pasan por allí, son los continuadores de la tradición hospitalaria iniciada en 1120 junto a la iglesia de Santa María; admiro la fe de las señoras que  se ocupan del aseo y buena presencia de las telas y objetos rituales, también de las que decoran el altar mayor y preparan los ornamentos florales. Supongo una gran fe en aquellas mujeres que mantienen con tanta diligencia  y dedicación la tradición de las capillas (Milagrosa-Sagrada Familia) que visitan puntualmente nuestros hogares, entre ellas señalo por su veteranía y buen hacer a Nievinas. Me conmueven todas las personas que forman parte de las cofradías cisterniegas, les  contemplo portando las varas, estandartes y medallas en las celebraciones que lo requieren con esa gravedad tan española. Me entusiasmo con la tradición recobrada y renovada desde hace unos años del canto al ramo en la Misa de Gallo. Me congratulo y emociono con la bondad  de los sacerdotes que viven entre nosotros, siempre entusiastas  seguidores del Rabí Jesús. Son pastores que nunca nos escandalizaron ni nos dieron malos ejemplos, no corrompieron ni solicitaron a nuestras mujeres e hijas, ni se enriquecieron aumentando sus haciendas. En estos difíciles momentos de abandono, siguen pastoreando con paciencia rebaño tan mermado. Sorprendido descubro con esperanza que entre nosotros hay personas formándose para ser diáconos. Juan, el mayordomo de San Guillermo de Peñacorada y todos sus colaboradores mantienen con gran trabajo y dedicación una tradición centenaria de espiritualidad popular. Concluyo diciendo que  en Cistierna, a pesar de las dificultades, sigue manteniéndose viva la llama de la Fe Católica Romana.
En medio de la tempestad del mar de Galilea Jesús dormía, pero, Jesús ni dormía ni jamás duerme, cuando toca defender a los suyos. Dios no nos ha abandonado y tampoco estamos solos. Como en Vierdes de Sajambre, en Cistierna también nos acompañan espiritualmente todos aquellos que nos precedieron.


 Esta fotografía es uno de los documentos más antiguos de la religiosidad popular en Cistierna. Nos parece distinguir al fondo el palio, por lo que puede ser la procesión del Corpus, más adelante vemos un imagen llevada en andas por cuatro hombres, transcurre la procesión por la plaza aun porticada en uno de sus lados, los soportales ocupaban la delantera del actual edificio Montesol. . Cronológicamente la escena pertenece a  los años veinte del siglo que pasó o algo anterior, eso portales fueron derruidos en 1923. Reconocemos en primer término la casa de Doña Oliva la Caya, la siguiente es la casa donde se ubicaba el comercio del Señor Beitia, la última es la casa donde funcionó la cantina Candanedo hasta los años ochenta. La huerta del fondo con chopos y tapia de piedra, es la del médico Don Raimundo Morán, hoy Hogar del Pensionista. Acompañan al Santísimo en dos filas mujeres con cirios en la mano,  se cubren con sus rebozos y el tradicional echarpe. También se distingue algún estandarte religioso decorado con motivos eucarísticos. (Foto gentileza de Doña Luisa Polvorinos)

Procesión de Santa Catalina de Sena, años previos a la guerra civil. Los niños de primera comunión posan frente a la imagen en el cruce de la farmacia. (Foto familia Siro Sanz)

 Procesión del Corpus, años cuarenta. El párroco Don Fidel, bajo palio porta la custodia con el Santísimo a punto de entrar en la Iglesia Nueva. Vemos tras el pueblo en procesión: la casa de Don Emilio Tagarro, sigue la de Don Celestino y Doña Macaria y al final la de Doña Juanita la Villalona (la reina del postre). Reconocemos portando la primera vara izquierda del palio a Reinoldo Compadre (secretario del Ayuntamiento desde la guerra civil), la segunda vara por la izquierda la lleva mi tío Don Inocencio Recio, indiano en Cuba, natural de Villayandre (propietario del Moderno). Acompañan al Rey de Reyes: niñas de primera comunión, autoridades concejiles, guardia civil, santos y pecadores.(Foto Familia Siro Sanz García)

Altar dedicado a la Inmaculada Concepción, junto a la casa de Chavela en la procesión del Corpus, finales de los años cuarenta. (Foto Familia Siro Sanz)

Altar dedicado al Sagrado Corazón.  Como el de la imagen anterior era un monumento piadoso que se levantaba en alguna de las calles por las que pasaba la procesión del Corpus, al llegar la comitiva al altar, el sacerdote depositaba la custodia y allí se hacía un acto de adoración al Santísismo. Éste que ahora contemplamos se hizo en los portones de la propiedad de Don Teodomiro Alonso, junto al Moderno, corrían los años cuarenta del siglo XX. (Foto Familia Siro Sanz)

Procesión de la Virgen del Carmen años cincuenta. El párroco Don Fidel, cubierto de birrete negro dirige al pueblo a la altura de la huerta de Don Raimundo Morán. En el atuendo de las mujeres sigue predominando los echarpes negros de lana, pañuelos de lo mismo sobre la cabeza, respetan el mandato del velo para toda ceremonia religiosa. La imagen de la Virgen del Carmen fue regalada a la Iglesia en los años cuarenta por la familia Nieto. (Foto en color gentileza de Don Max Rudolf Vaillant, estudiante de nación holandesa que por aquellos años residía en el Moderno)

Año 1959, la procesión de la Virgen del Carmen a la altura del Moderno. Entre las autoridades distinguimos a Reinoldo Compadre (Secretario del Ayuntamiento), -Don Pallidio Tejerina Valbuena (Concejal), y al Capitán de la Guardia civil. El autor del blog camina de la mano de su abuela Rosalina Tejerina Valbuena junto a las rayas pintadas en la pared del taller de reparaciones de coches Azteca (Foto de Don Max Rudolf Vaillant) 

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CONFERENCIAS DEL INSTITUTO BÍBLICO Y ORIENTAL –SEDE DE CISTIERNA SAN  MARTIN  Y  SANTA MARINA  EN  LA  MONTAÑA ORIENTAL.

INTERPRETACIÓN CRISTIANA DEL CULTO ROMANO. 

Eutimio Martino –Siro Sanz


En las lecciones acerca de “La Romanización y Cristianización de la Montaña Oriental Leonesa” en el marco del Instituto Bíblico y Oriental a cargo de Eutimio Martino y Siro Sanz,  se trato en profundidad el culto a S. Martín y Santa Marina, relativamente abundante en la montaña. Las iglesias que siguen en pie dedicadas a estos santos y muchas ermitas ya en ruinas, testimonian una advocación que necesita ser explicada e interpretada. Este es un brevísimo resumen de la conferencia que trato dicho tema.
Se da por sabido que el culto de S. Martín de Tours está muy extendido por todas partes, un hecho que no admite discusión, y  también se da por sabido que su difusión se debe a  la influencia de los peregrinos franceses a  Compostela, algo que ya no es tan evidente, si acudimos a la historia.
En la Montaña Oriental se documenta S. Martín  por partida doble con anterioridad a la historia de las peregrinaciones, en la era visigótica, en particular en el Esla, en Verdiago  y Las Salas, al menos deductivamente. Más confusa es la figura de Santa Marina, intensamente legendaria. Pero, al tratar aquí solamente de su culto en la región, detectamos  el  paralelismo que muestra  con  S. Martín.
Es absolutamente seguro que Martín proviene del latín y que originariamente significa “perteneciente, relativo a Marte”,  siendo así que Marte es el dios romano de la guerra. Si, por otra parte, observamos que algunas iglesias o ermitas dedicadas a S. Martín coinciden no pocas veces con aquellas  constelaciones de restos e indicios romanos,  que previamente habíamos destacado como “La Huella de las Legiones”,  podemos pensar que pudo producirse  una  sustitución.
Siendo el culto a Marte consustancial para el romano en la campaña militar, fácilmente pudo servir de molde a un culto cristiano que se dirige precisamente a  S. Martinus,  el “perteneciente o relativo a Marte”. Además hay que contar con varias centurias de Imperio Romano hasta que llega el Cristianismo, un espacio suficiente para que se debilite el culto de los conquistadores, haciendo posible la sustitución que parece una re-viviscencia del  pasado,  para superarlo,  como que siempre la religión es arcaica.
El remate lo pone la multiplicación del proceso: porque se añaden otras muchas figuras tanto romanas como cristianas y una intricada geografía de la montaña, que de hecho fue trillada por las legiones, y no sin dejar huella.
 San Martín de Alión en las Salas: Iglesia documentada en 874.

Ruinas del la ermita de Santa Marina, al pie del castro de Robledo de la Guzpeña. En la foto la limpieza de las ruinas llevada a cabo por Promonumenta en 2010, una asociación que se duele de verdad por el patrimonio leonés. En los muros de la fábrica menudea la tégula romana de reborde.

En primer plano ruinas de Santa Marina, Valle de Nuestra Señora en Santaolaja de la Varga, al fondo el castro o Castillón de Santaolaja.

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LAS FRAGUAS EN EL ÁMBITO DE LA MONTAÑA ORIENTAL LEONESA.

Siro Sanz García

Las fraguas al igual que los molinos y batanes son el testimonio de un mundo preindustrial y nos muestran la inteligencia y laboriosidad de nuestros antepasados que sin subvenciones ni ayuda de organismo alguno fueron capaces de vivir en una tierra de climatología durísima. Mujeres y hombres sin miedo a las calamidades, dueños de su destino y de los recursos que la tierra les ofrecía.

Empezamos distinguiendo los términos ferrería y fragua. Las ferrerías al igual que los batanes acompañaban y se construían en la cercanía de molinos importantes y aprovechaban su infraestructura. El martillo o mazo era uno de los artilugios más importantes en estos edificios. Como en los pisones o batanes, una rueda hidráulica vertical movía el mazo que golpeaba sobre un yunque de hierro sujeto a un gran bloque de madera semienterrado en el suelo.

 En estas ferrerías mayores, se separaba el hierro de las escorias mezcladas a la masa. Mediante el mazo se compactaba la masa de hierro, y se estiraba en barras de diferente grosor. Existían también ferrerías menores o fraguas, ostentaban un martillo más pequeño, una rueda hidráulica de pequeño tamaño era el sistema utilizado para mover los fuelles y el martillo. 

En Valdoré y la Velilla durante el siglo X en la compra de bienes inmuebles aparecen pagos estipulados en “masas de hierro”, más o menos gruesas, también algunas donaciones a monasterios se hacen en “ferramenta” lo que denota la existencia de alguna ferrería y fragua local que elaboraba esas masas de hierro y herramientas que se nombran en los documentos.

En nuestra región, las fraguas se citan a veces asociadas a molinos, así aparecen molinos con el nombre de “molino de la fragua ó del herrero” como por ejemplo en Horcadas y Prioro 1755,  aunque la mayor parte de los molinos carecían de esta importante infraestructura hidráulica. En una economía de pura subsistencia, los instrumentos de hierro que se dedicaban para el laboreo de las fincas: rejas de arado, azadones, horcas, palas, guadañas, hoces, picos, ruedas eran fabricados in situ y después, compuestos una y mil veces intentando alargar su vida útil.

Los callos de las vacas y herraduras de los équidos constituían un apartado especialísimo del trabajo de estos herreros montañeses. La mayor parte de nuestros caminos, sobre todo los que vertebraban las comunicaciones por fondo de valle y que discurrían junto a los dos grandes ríos de la región Esla-Cea, eran caminos empedrados, en origen calzadas romanas, inapropiados para animales no herrados, que evitaban el empedrado para no hacerse daño en sus patas, desplazándose por mil y una veredas de tierra junto al camino. Aún hoy en la comarca de Valdeón los naturales describen los caminos empedrados como “caminos para animales ferrados”. De este modo, todas las vacas dedicadas para el trabajo en el campo: acarreo de la hierba, de la leña, arar y transportar el abono a las fincas debían estar herradas, lo mismo que los bueyes que hasta los años 50 del siglo que pasó utilizaban los montañeses en especial los Sajambriegos para bajar a Campos en sus estacionales carreterías. La fabricación de ruedas con yanta de hierro era otra de las actividades realizadas por el herrero, una vez que los carros chillones con ruedas de madera fueron sustituyéndose en la primera mitad del siglo XX por los de eje y yanta de hierro. Las fraguas y ferrerías utilizaban el carbón de vegetal o el de piedra. Esteban Corral el gran empresario minero de Cistierna, se inicio en el negocio del carbón cuando en  su infancia junto a su padre bajaba carbón a Castilla, en la carretería tradicional montañesa. En el bosque de Valsemana (La Ercina) se documenta el trabajo de carboneros salmantinos durante el siglo XIX y principios del XX cuando era propiedad del farmacéutico de Cistierna Don Tiburcio Vallinas, parte de esa producción iba dirigida a las fraguas montañesas. En tiempos pasado a veces era el mismo herrero y sus familiares los que fabricaban el carbón necesario para la fragua. La explotación de las minas de carbón en la cuenca minera de Sabero, Prado, Valderrueda liberó a los herreros del duro trabajo de fabricación de carbón propio.

La propiedad de las fraguas no siempre era privada, se da el caso de la existencia de fraguas concejiles (Taranilla, Cegoñal) cuya explotación era arrendada a un herrero ambulante o en otros casos utilizada por el común del concejo que la usaban para arreglar las herramientas de labranza de los vecinos. Al herrero se le pagaba en metálico o en especie y a veces incluso con horas de trabajo en sus fincas si es que las tenía.

En el Siglo XVIII se documentan fraguas en Valmartino, Robledo de la Guzpeña, Fuentes de Peñacorada, Horcadas, Burón, Prioro, Soto de Valderrueda, Cegoñal, Taranilla; muchas de ellas perduraron hasta bien entrado el siglo XX, la de Carande y Boca de Huergano son posteriores.

En el XIX destaca el complejo de la Ferrería de Sabero uno de los primeros impulsos industriales de la comarca al que seguiría a principios del XX, año 1905 una industria de fundición y forja denominada “Fundiciones del Esla” en Sorriba (Municipio de Cistierna) instalada en las inmediaciones del molino del Ribero. Esta empresa se constituía como una sociedad anónima para la fundición de hierros colados y bronces con un capital social de 11000 pesetas y sus socios fundadores fueron: Don Lucio Valladares Sierra con domicilio en Cifuentes de Rueda, Don Primitivo Peñacorada Martinez con domicilio en Sorriba y Don Ezequiel Fernández González vecino de Vidanes, este último sería el director gerente de dicha sociedad y los dos primeros formarían el consejo de administración. (Datos extraídos del Archivo Provincial de León-Notarios de León)
A principios del XX existía en las instalaciones del Molino del Ribero de Sorriba (Municipio de Cistierna) una industria de fundición y forja denominada “Fundiciones del Esla” (Foto: Carlos Ferreras García)

 Cárcavo del Molino del Ribero en el Municipio de Cistierna. (Foto Carlos Ferreras García)

Molino de Solores (Cistierna). Uno de los más antiguos de la comarca al igual que el anterior han devenido en ruina total. Aquí existió también un batan. (Foto Carlos Ferreras García)

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DE LA MUERTE Y CEREMÓNIAS FÚNEBRES EN EL MAGREB AL-ARABÍ
CRÓNICAS MORISCAS DE UN CRISTIANO VIEJO DE LA MONTAÑAS DE LEÓN
Siro Sanz García
Terrible momento el de la muerte, cuando el hombre se enfrenta al gran misterio del más allá y cesa todo el autoengaño, mentiras, fruslerías y banalidad que envuelve nuestra existencia desde la más tierna infancia. Lejos quedan ya los usos antiguos para enfrentar la muerte en la Montaña de Riaño, en aquellos tiempos por casa del moribundo pasaban sus parientes y amigos con el único fin de reconfortar y dar el último adiós antes del inevitable viaje. Lavar y amortajar al difunto era entonces una labor piadosa de la que algunos hacían casi una profesión. El ceremonioso velatorio al que asistía toda la comunidad, constituía un lugar de encuentro que apaciguaba las rencillas más enconadas. La muerte era un asunto público, no se escondía, observado y enseñado a los niños desde la edad de la conciencia. En muchos pueblos del macizo del Peñacorada, aún a principios del siglo XX se contrataba a plañideras para llorar en los entierros más rumbosos (dato recogido oralmente de Esteban García del Blanco. Robledo de la Guzpeña), estas profesionales del llanto, se mesaban los cabellos e incluso se arañaban la cara con arrebatado sentimiento, auténtico o fingido, el caso era llorar. El alma aún confundida y la carcasa de su cadáver nunca eran abandonadas durante la noche como ahora  se hace en las impersonales salas del tanatorio. Moríamos en nuestras casas, incluso en el mismo lecho en el cual habíamos nacido. Se bebía y banqueteaba en honor de todos los difuntos. El luto ahora tan cuestionado se entendía por el que lo vestía (sobre todo las mujeres) como una demostración de dolor y por los demás como una señal de aviso y respeto al duelo que esas personas tenían por sus abuelos, padres, hermanos o parientes. En fin…, o tempora o mores.
Veamos como se enfrentan nuestros vecinos magrebíes al supremo momento de entregar los trastos. Narraré aquello de lo cual he sido testigo en multitud de agonías de varones y mujeres. Los usos con el cuerpo presente sólo los he podido observar cuando el difunto era un varón, describo la ceremonia con las mujeres de oídas, pues el varón nunca asiste al amortajamiento de las mujeres. Cuando la muerte es inminente y los signos y señales de la misma se hacen evidentes al moribundo se le da “el agua de la muerte”; con un hisopo de algodón se dejan caer tres o cuatro gotas de agua en su boca pronunciando al oído la Saada o profesión de fe musulmana: “La ilaha la ila la- ua asadu anna Muhamad rasul ula”: Doy fe que no hay más que un Dios y Muhamad es su profeta.
Se dice en el Magreb, que la muerte comienza por los dedos de los pies y recorre todo el cuerpo hasta llegar a la cabeza y que el dolor de la muerte deja los ojos abiertos sin pestañear; cuando observan estos signos admiten comúnmente que la muerte ha hecho acto de presencia. Antes que llegue el rigor mortis, cierran los ojos y colocan los brazos pegados a lo largo del cuerpo. Se  cubre el cadáver con un lienzo blanco y así permanecerá en una habitación un tiempo hasta el embalsamamiento. Fuera, las mujeres inician el llanto, aunque últimamente los de la barba, los rigoristas musulmanes, tampoco están de acuerdo en que se llore al difunto. Es ésta una gentualla que intenta cambiar las tradiciones más acendradas del pueblo marroquí para sustituirlas por las normas tribales y la interpretación religiosa rigorista wahabi predominante en la península arábiga. Pero sigamos con nuestro relato, con el cadáver aún caliente, alguien de la familia sale al zoco inmediatamente para comprar rosas secas, arrayán y una tela blanca de cinco metros; a esto lo llaman: L´ahanut. Después se desnuda el cadáver, se deposita sobre una tarima de madera, con agua templada y jabón se procede al lavado del mismo por dos personas llamadas: G´esal. Acto seguido con el arrayán y rosas secas previamente machacadas y convertidas en polvo dentro de un almirez,  rellenan los espacios entre los dedos de los pies, axilas, cuello, ingles, manos y ano. Para las mujeres el ritual es el mismo, pero realizado por dos mujeres, a la difunta además se le separa el pelo con raya al medio y atan el cabello así separado  por debajo de la barbilla como si fuese un pañuelo. Concluido el tratamiento del cuerpo, es envuelto con  la tela dispuesta a tal fin que se  cierra con una especie de moñete por la cabeza y los pies; se abre unos momentos por la cabeza para que los parientes se acerquen y se despidan. No he dicho al principio pero lo digo ahora que los Talba, gente de la mezquita, rezan el Santo Alcoran desde el comienzo de la agonía y cuando el muerto sale a la mezquita camino del cementerio. Desde el momento de la muerte hasta el entierro suelen transcurrir sólo cuatro o cinco horas, si la muerte ha llegado por la noche, se espera a las primeras luces del día para el entierro. El cadáver es acompañado siempre al cementerio o Makbara por los hombres, las mujeres nunca van al Makbara. El cadáver es transportado en unas andas de madera, cubierto por una tela de color verde, si es de un varón se coloca detrás de los hombres, si es mujer va rodeada del cortejo fúnebre para impedir que Satanás (el maldito, siempre sujeto a Dios) se apodere de ella. Antes de salir el cadáver de una mujer hacia la mezquita, si aún es virgen se hace una procesión con ella por el patio de la casa mientras las mujeres emiten el característico ulular o esguerti. Ya en el cementerio se coloca el cadáver envuelto con el sudario en una estrecha fosa de tierra mirando al Este. Durante tres días no se enciende el fuego en la casa del difunto. Los vecinos y parientes traen todo lo necesario para el sustento de los que allí habitan. A los tres días se enciende el fuego y se prepara una gran cena para todos los parientes, vecinos y amigos que se acercaron en los días anteriores para dar el pésame. Esa  noche, de cuatro a siete Talba no cesan de recitar el Santo Alcoran, cantan las benditas Aleyas y comen entre rezo y rezo opíparamente, separados del resto de los concurrentes en una habitación dispuesta para ellos. En las ocasiones que he compartido el banquete fúnebre con los Talba, no salgo de mi asombro cuando contemplo su capacidad para comer y rezar casi al mismo tiempo, que Dios les conserve el apetito.
Así acaban los días del hombre en las tierras del Magreb al -Arabi. Que Dios guarde y acreciente sus costumbres y tradiciones y a nosotros nos conceda fuerza y entendimiento para enfrentar el fatídico día.


 Cementerio musulmán en el desierto

Cementerio musulmán urbano. (Foto www.fotosmte.s.n)
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