Desde el Concilio Vaticano II la Iglesia Católica parece que inició una actitud más abierta hacia otras religiones y una relación de fraternidad con otras comunidades cristianas cismáticas. El diálogo interreligioso con el Islam no es nuevo en la Iglesia Católica. San Francisco lo inicia en 1219 hace 800 años cuando se entrevista en Egipto con el sultán Al Malik al Malek. San Francisco estableció una norma para relacionarse con los musulmanes: “no entablar litigios con ellos, pero confesar siempre la fe cristiana delante de ellos”. Hasta el Concilio Vaticano II la actitud de la Iglesia fue seguir el mandato de Jesús: “id por todo el mundo y predicad el Evangelio”. Hoy día el relativismo imperante dice que todas las religiones son iguales, incluso el Papa ha afirmado: “la pluralidad de religiones es querida por Dios”. Conclusión: no es necesario, confesar, predicar ni hacer proselitismo. La actitud general de laicos y muchos religiosos es cuestionar la labor misionera de España durante tantos siglos. El último viaje del Papa en diálogo interreligioso con el Islam es visto por muchos católicos como un auténtico fracaso. Qué hace el Papa Francisco dialogando con el jeque Ahmed al Tayeb iman de la mezquita del Azhar en el Cairo, máxima autoridad del Islam Suni. Este acercamiento del Papa al Islam no es correcto sobre todo porque el Papa no ignora que al Tayeb nunca ha hablado en contra de la persecución de los cristianos de Egipto; Irak; Siria. Tampoco se ha pronunciado contra la persecución de otras ramas minoritarias del Islam ni en contra del acabamiento de otras minorías religiosas no musulmanas como los Yazidies; Chabaquies, Kalash. Qué hace el Papa hablando con el jeque al Tayeb, es que acaso el Papa ignora que la mezquita y madraza del Azhar es una institución que promociona la intolerancia y persecución contra los mismos musulmanes que no aceptan su dogmatismo y agresiva visión sobre el cristianismo y otras religiones. El Papa sabe todo esto pero continúa con viajes inútiles que no sirven para nada. El agravio crece. Francisco viaja, incluso da consejos a los musulmanes para que se solucione la disputa milenaria entre sunitas y chiitas. El Papa se dedica a barrer la casa del vecino, estando la propia por barrer. No tiene bastante con el cisma que está produciendo el movimiento sinodal en Alemania, escándalo del que muy pocos hablan y que amenaza con concluir la reforma de Lutero. El diálogo interreligioso está derivando en excesos como el iniciado por el Jesuita Javier Melloni fundador de una comunidad contemplativa “transreligiosa”, basada en el crecimiento personal, en la lectura de textos interconfesionales, en la fraternidad y ¿veneración de la madre naturaleza? Todo ello muy gaseoso, relativista, modernista. El proyecto duró cuatro años. Según su autor fracasó por falta de preparación.