El estudio de la toponimia es de inestimable ayuda para la Historia más remota en orden a la resolución de algunos temas que por falta de documentación, son aparcados sine die, sobre todo por aquellos que desprecian el estudio de los nombres de lugar. A la toponimia hay que enfrentarse con amplios conocimientos lingüísticos, etnográficos, geográficos e históricos. Se empieza por el trabajo de campo que muchos ni siquiera realizan. En cuanto a los conocimientos lingüísticos por supuesto que tienen que superar los del Latín, algunos que desprecian la toponimia ni siquiera conocen esa lengua, una de las últimas junto con el Germano y el Árabe en llegar a nuestra tierra. Resumiendo: La toponimia es obviada sobre todo por aquellos que no la dominan.Nuestra tesis afirma que los pobladores protohistóricos de la Cordillera Cantábrica pueden ser investigados a base de la toponimia primitiva. En particular esa historia, que es una historia de pueblos en movimiento, se puede conocer a base de hidrónimos en cuanto son documentos testigo de una o varias etnias que ha ido bautizando el territorio en oleadas sucesivas. Así tenemos en la Montaña Oriental o Cantabria Leonesa, dos nombres que nos hablan de dos pueblos y dos etapas distintas de poblamiento. Para la población ibérica tenemos: El nombre Ibaica; hoy Vega- Iber- Ibis- Ibai. Vega es nombre de agua abundante en los Picos de Europa donde aparece: Vega de Sotres (Macizo Oriental); Vega de Liordes (Macizo Central; Vega de Enol, de Ario de Comeya (Macizo Occidental); Vegacerneja (Valdeburón); Vegamediana y Vegarribero (Cistierna). Para la población céltica contamos con: El nombre Dobres y sus variantes, Dobres al igual que Vega es nombre de agua y de lugar. Dobra y sus variantes presenta en Liébana una gran proliferación de hasta cuarenta nombres regularmente diseminados; también aparece en el Cares: Dobresengo y entre Valdeón y Sajambre por Amieva y un barrio en Ponga que se llama Dubre.
↧